Dormía
el pasado en mi memoria,
asfixiantes
exigencias del presente
ahogaban
la dicha del vivir,
el
inalcanzable futuro privaba
de
sentido a la esperanza.
Todo
era imágenes fugitivas,
burbujas
de aire explotando
en
su ascendente vuelo,
alucinaciones
momentáneas,
un
sueño sin consistencia.
En
mis sentidos buscaba
la
realidad que parecía
no
tener coherencia alguna,
visiones
cambiantes al ritmo
del
instante en que surgían.
El
corazón ansiaba encontrar
morada
segura para vivir en paz,
mas
el tiempo todo lo descomponía,
si
hallara ese lugar seguro,
al
momento perdería mi paz.
Adopté
otra visión del tiempo,
su
realidad es la única permanente,
busqué
refugio en su constante cambio
y
en sus alas vuelo a dónde él me lleve,
no
tengo más que obtener.
Santiago Rupérez
Taipei, 22-9-2018.