Rodeado de distracciones,
de bienes y de poder,
inmerso en el conocer
mundano, maestro
en el dominio
del acontecer cotidiano,
dueño del control
terreno y humano,
sin deseos por cumplir,
cómo no se puede ser feliz.
Era el cantar del magnate
que bien pudiera ser yo,
codicia en estado puro,
encarnada en la riqueza
de gobiernos inhumanos
de variopintos colores,
necesarios para encubrir
la tragedia del hombre que
lucha por llegar a serlo,
carente de norte claro,
y sin visión adecuada.
En armonía, abejas y hormigas
viven, el hombre sabiéndose
más que insecto, no alcanza
vivir su vida en su identidad
con el otro, su mundo,
suspiros que el aire lleva.
Santiago
Rupérez. Taipéi 22-5-2022.
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