Para quien me quiera leer escribo estas líneas a modo
de desahogo,
porque la vida acaba de convertirme en exiliado. Hasta
ayer vivía yo a gusto, feliz y centrado en mi pequeño mundo, amplio y vasto
para mí. Un entorno natural donde nací y crecí, y en el que nadaba como pez en
el agua.
Lo había hecho a mi medida, como anillo al dedo. Pero venían
de un tiempo a esta parte tentándome con promesas de lisonjas, aplausos y titulares.
Representación y poder. Liderazgo, nombre y sillón.
No sé inglés ni me importa un carajo. Lo que sé de
economía es que lleva acento en la ‘i’. Las multitudes me aterran. Sonreír
cuando estrecho manos me aburre, me hastía. No es que desdeñe el poder, que me gusta más que a un tonto un lápiz, lo que me cabrea es su magnitud, para la que
no estoy hecho.
Pues el caso —que es a lo que iba—, es que me veo
catapultado, desplazado por elevación y vitoreado, solicitado. No he tenido cuajo,
valor para mantener mi negativa y ahora me veo donde no quería verme; como
nunca quise verme. Y por si fuera poco con un formidable rival que me surge simpático
y pujante desde las alegres tierras sureñas del pescaíto y el rebujito.
Qué será de mí. Este suyo que lo es,
Alberto Feijóo
Jajajajajaja...cuánta intriga, hasta q llegas al final...y ves que el texto le va "que ni pintado", "como anillo al dedo".
ResponderEliminar¡Eres un iluminado, y superdivertido, amigo Amador!
Mil gracias por tu generosidad al compartir.
Un abrazo,
ADELA Mangas
Parece sensato, honesto y claro; no se le puede pedir más. Me ha gustado tu publicación, por favor mantenme motivado.
ResponderEliminarUn abrazo
J Castaño, Sevilla
¡Cuidado que viene Juanma! jajaja
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