Mathieu Lehanneur, el diseñador del pebetero olímpico, se inspiró en los hermanos Montgolfier, pioneros franceses del globo aerostático. El resultado es una creación única en la historia de los Juegos Olímpicos: una llama que se eleva en el aire. El pebetero, con una altura total de 30 m, se eleva otros 30 durante la noche, alcanzando una altura de 60 m. Su base, un anillo de 7 m de diámetro, simboliza la fraternidad, uno de los valores fundamentales de la República Francesa.
Su funcionamiento es eléctrico,
y la llama utiliza una combinación
de luz y agua para crear un efecto sorprendente y ecológico: 40 luces LED iluminan una nube de
vapor de agua y 200 boquillas de alta
presión producen el efecto de humo.
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