Voy, casi a diario, a visitar el vacío
dejado por el centenario baniano,
ni terremotos, ni tifones quisieron
respetar su pródiga vejez majestuosa.
Modernas máquinas se llevaron
hasta las más profundas raíces
del lugar del parque en que moraba,
la presencia, al vacío dio paso.
Tan solo han dejado un círculo
plano, de bien prensada tierra,
limpio, sin una mota de yerba para
evitar la caída de niños o mayores.
Siguen los bancos de su entorno
a los que de sombra dotaba,
ardillas, garzas, pájaros diversos
refugio hallaron en árboles vecinos.
Silencioso, sigo contemplando
ese vacío del círculo de tierra con
mi visión absorta por la magia
de las imágenes que en mí crean.
El vacío era el universo entero,
la formación de las primeras
proto células, la vida que nunca
tuvo comienzo, mi corazón, mi mente,
mi proceso consciente avanzando en
el entramado de cuanto contemplo,
imposible describir la vida ilimitada
del vacío que el baniano me dejara.
Santiago
Rupérez.
Taipéi,
31-12- 2024. A las 23h.
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