“Los seres vivos están confusos y no se dan cuenta de que su corazón es buda.” The Bloodstream Treatise. By Bodhidharma. Primer Patriarca del Budismo Zen chino.
Si se entiende
y acepta, el dolor,
nunca será
sufrimiento,
sino un despertar
inoportuno a la
realidad
de la efímera
existencia
corporal.
Aferrados vivimos a
deseos que
sustenten
nuestra permanencia
en ese mundo
imaginario,
de creación propia,
corta duración,
valioso
por su singularidad.
Sin saber quién era,
me embarqué en
el mundo de los
deseos,
era lo que todos
hacían,
descartando los
malos,
desear el bien,
nunca
podría ser malo.
Fue un viaje de
ensueño,
disfrutar de todo
lo deseable
que, a lo largo del
camino,
surgía a cada paso,
flores insospechadas
de suprema belleza
al alcance
de la mano del
caprichoso deseo.
Intenso goce que,
con los días, se
convirtió
en exigente codicia
imposible de
satisfacer,
el temor a perder
lo ya poseído, atentaba
contra mi
existencia misma.
El dolor físico,
compañero de viaje,
despierto me
mantuvo. Claro
estaba, el reverso
del deseo,
no era otro sino el
miedo y pavor
a perderlo todo y
no ser nada,
era lo que
expresaban
el gran griterío de
voces,
en deseos
desgarradores,
desesperados y sin
sentido.
Del fondo de mi
corazón brotó
un anhelante
suspiro
de paz y gozo,
sin interés alguno,
la poderosa voz de
la vida.
La esencia de lo
que soy,
la vida del amor
en el que vivo,
un paso adelante
dio
hacia la unión con
cuanto
en mi entorno forma
el entrelazado de
una vida ilimitada.
Santiago
Rupérez.
Taipéi, 7-12-2025.
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