El bálsamo
de Fierabrás (gigante de fieros brazos) es una
poción mágica que cura toda dolencia. Una leyenda del ciclo carolingio. Cuando
el rey Balán y su hijo Fierabrás conquistan Roma, roban los restos del bálsamo
con que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo, que tenía el poder de curar
las heridas a quien lo bebía.
En el cap. X del Quijote, éste le dice a
Sancho Panza que conoce la receta del bálsamo: aceite, vino, sal y romero. Los
hierve y bendice con 80 padrenuestros, 80 avemarías, 80 salves y 80 credos. Al
beberlo, Don Quijote padece vómitos y sudores pero se siente curado. Para
Sancho el efecto es un laxante: Quijote lo justifica por no ser él caballero
andante.
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