Me curtí como piloto en el aeropuerto de Martha’s
Vineyard, NY, USA. Ni sé cuántas veces despegué y aterricé en aquella pista,
muchas, desde luego. Quién me iba a decir a mí que aquel minúsculo pueblecito
se convertiría en uno de los abundantes refugios de neoyorquinos que huyen de
la peste como aquellos florentinos de la alta Edad Media que recogió el Dante
en su obra famosa.
A duras penas imaginar podemos lo que ocurre fuera de
nuestros ahora bunquerizados domicilios. Los ricos neoyorquinos saturan los
alrededores de la gran manzana y arrasan sus tiendas pagando con billetes de
cien. Invitan a entornos de amigos y conocidos a sus segundas y lujosas
residencias, organizan fiestas en las que circula abundante el Moet Chandon y
sus esposas aprovechan para deslumbrar a las competidoras con sus mejores joyas
y vestidos. Ellos son la peste para los residentes que, aparte de traerla
consigo, desabastecen sus viandas y llegado el caso saturarían en unos pocos
días sus ya insuficientes recursos sanitarios.
Las circunstancias de mi vida me pasearon por unas
cuantas estaciones de esquí pero nunca estuve en Ischgl del Tirol. De ella he
sabido hoy por el presente avatar que nos circunvala a todos y el inocente
juego que contagió a algunos, el ping-pong cervecero. Se trata de meter la
pelota en vasos de cerveza de los oponentes, con la paleta o con la boca.
Pacientes llamados cero de cuatro continentes se contagiaron así y ahí. Hasta
medio millar han detectado Noruega, Islandia, Dinamarca y Alemania.
Se me olvidaba aclarar que piloto de aviones se puede
ser … virtual.
Hola.
ResponderEliminarPoderoso caballero es don dinero.
En manos de algunos, muchos, ignorantes, el vil metal se está convirtiendo en el quinto jinete del apocalipsis por muchos motivos, además de este.
Fraternos y afectuosos saludos, con la creencia y el deseo de que estéis todas y todos bien, de todo corazón.
Chema
ARANZUEQUE (GUADALAJARA) nevando hace 2 horas