La Leyenda del Señor del Gallo —un símbolo de Portugal— que se escenifica en esta imagen:
Iba un peregrino
subiendo a Santiago de Compostela desde Barcelos, allá por el S XIV, cuando se vio acusado por
celos de robar en una posada cercana. Cenaba un espléndido gallo el juez
mientras le condenaba a la horca sin atender a su justa defensa. Soy inocente y ese gallo asado cantará para
probar mi inocencia, proclamó el peregrino. Justo cuando le colgaban el
galló se levantó y cantó. No murió porque Santiago le sujetaba por los pies.
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