PENSAMIENTOS AL ATARDECER
3. LA VIDA
¿Qué postura emocional tenemos ante la vida? ¿Qué pensamos
de la vida que nos ha tocado vivir? Creo
que depende totalmente de cómo hemos
vivido y estamos viviendo los acontecimientos que nos afectan. Hay, pues, tantas
posturas como personas. Y ante el mismo acontecimiento doloroso personal,
podemos vivir la situación como una
oportunidad dolorosa que hay que superar o como una desgracia que nos hunde en
la desesperanza. Y ante un acontecimiento positivo, podemos clamar “la vida es
bella” o “ya vendrá el tío Paco con la rebaja” para evitar gozar de esa
situación satisfactoria.
De todas las posturas posibles, hasta ahora he procurado mantenerme básicamente entre dos
extremos. Intentaré explicarme para entenderme.
a. “Una y no más”. Tengo un amigo que me
ha asegurado haber visto en una lápida en el cementerio de Valladolid la
inscripción de “Fulanito de Tal” y
debajo la frase: UNA Y NO MÁS. Tal vez la anécdota pertenezca a la leyenda
urbana. Esta postura crítica ante la
vida es consecuencia de una vida de
sufrimiento, de gozos no plenos, de inquietudes, de enfermedades, de
contradicciones, de satisfacciones profesionales y personales, de sentimiento trágico ante la existencia, hasta de algunos momentos
de felicidad. Los posos finales que
quedan es que hemos tenido esta experiencia vital, pero no deseamos repetirla:
Una y no más. Es una postura concienzuda, austera, llena de sabiduría,
responsable, inteligente y seguramente
la única válida para una mayoría. Y, definitivamente, tiene bastante melancolía.
b. “Confieso que he vivido”. Este título
de libro de las memorias de Neruda me
vale para reflejar la otra postura que yo pretendo tener ante la vida. A veces me parece una postura llena
de ingenuidad. Pero deseo mantenerme en ella. Reconozco el sufrimiento
personal, las tristezas, las penas, las enfermedades, las pérdidas profundas y los demás acontecimientos que nos
hacen sufrir; incluso los males que yo
he provocado a los demás. Pero estoy
teniendo la gran experiencia de vivir, de ser consciente de la realidad, de
amar, de ayudar a los demás, de cuidar de la familia, de que me cuiden, de que
me amen, de aprender, de contemplar la belleza, de hacer deporte, de leer, de
escribir, de charlar… Paradójicamente, para poder tener esta
actitud, necesito “sentir” que la vida es finita, que nos tenemos que ir, que nada
es ilimitado ni eterno. Teniendo conciencia de esta finitud, puedo gozar
de lo que vida me está dando. Y como representante de
esta opción, siempre me ha encantado la canción de Violeta Parra, cantada por Chavela
Vargas: “Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado dos luceros…”.
c. Conclusión. Constantemente me muevo entre estos dos extremos: “La vida es
bella” y “una y no más”. Me gustaría permanecer permanentemente en la primera;
en cambio, con cierta frecuencia, siento
en mi piel que “una y no más”. ¿Quién dijo “esta vida es buena, pero hay que
luchar; la primera parte de la frase puede ser correcta, pero la segunda es
verdad”?
Chi non lavora non fa l'amore!
ResponderEliminarQuesto mi ha detto ieri mia moglie! A casa stanco ieri ritornai, mi sono seduto; niente c'era in tavola. Arabbiata Lei mi grida che ho scioperato due giorni su tre, coi soldi che le do non ce la fa più ed ha deciso che, lei fa lo sciopero ... contro di me!
(Esto me dijo mi mujer, muy cabreada, cuando ayer me senté rendido a la mesa vacía: que hago el vago 2 de cada 3 días y que con el dinero que le doy ya no le llega; así que ella también va a hacer el vago: una huelga contra mí!).
Hasta para hacer el amor hay que luchar. De cierta persona muy cercana oía con frecuencia: ‘todo me pasa factura en la vida’.
Habría tanto que hablar -amigo Ernesto- del asunto sobre el que reflexionas: nada menos que la VIDA! Decididamente no te andas con chiquitas, no, tú: órdago a la grande!