miércoles, 1 de agosto de 2012


PENSAMIENTOS AL  ATARDECER

3. LA VIDA

¿Qué postura emocional tenemos ante la vida? ¿Qué pensamos de la vida que nos ha tocado vivir?  Creo que depende totalmente de cómo  hemos vivido y estamos viviendo los acontecimientos que nos afectan. Hay, pues, tantas posturas como personas. Y ante el mismo acontecimiento doloroso personal, podemos  vivir la situación como una oportunidad dolorosa que hay que superar o como una desgracia que nos hunde en la desesperanza. Y ante un acontecimiento positivo, podemos clamar “la vida es bella” o “ya vendrá el tío Paco con la rebaja” para evitar gozar de esa situación satisfactoria.

De todas las posturas posibles, hasta ahora  he procurado mantenerme básicamente entre dos extremos. Intentaré explicarme para entenderme.

a.       “Una y no más”. Tengo un amigo que me ha asegurado haber visto en una lápida en el cementerio de Valladolid  la inscripción de “Fulanito de Tal”  y debajo la frase: UNA Y NO MÁS. Tal vez la anécdota pertenezca a la leyenda urbana.  Esta postura crítica ante la vida es consecuencia de una vida de  sufrimiento, de gozos no plenos, de inquietudes, de enfermedades, de contradicciones, de satisfacciones profesionales y personales,  de sentimiento trágico   ante la existencia, hasta de algunos momentos de felicidad.  Los posos finales que quedan es que hemos tenido esta experiencia vital, pero no deseamos repetirla: Una y no más. Es una postura concienzuda, austera, llena de sabiduría, responsable,  inteligente y seguramente la única válida para una mayoría. Y, definitivamente,  tiene bastante melancolía.



b.      “Confieso que he vivido”. Este título de libro de  las memorias de Neruda me vale para reflejar la otra postura que yo pretendo tener ante  la vida. A veces me parece una postura llena de ingenuidad. Pero deseo mantenerme en ella. Reconozco el sufrimiento personal, las tristezas, las penas, las enfermedades, las pérdidas  profundas y los demás acontecimientos que nos hacen  sufrir; incluso los males que yo he provocado a los demás.  Pero estoy teniendo la gran experiencia de vivir, de ser consciente de la realidad, de amar, de ayudar a los demás, de cuidar de la familia, de que me cuiden, de que me amen, de aprender, de contemplar la belleza, de hacer deporte, de leer, de escribir, de charlar…  Paradójicamente, para poder  tener esta actitud, necesito “sentir” que la vida es finita, que nos tenemos que ir, que nada es ilimitado ni eterno. Teniendo conciencia de esta finitud, puedo gozar de  lo que  vida me está dando. Y como representante de esta opción, siempre me ha encantado la canción de Violeta Parra, cantada por Chavela Vargas: “Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado dos luceros…”.



c.       Conclusión. Constantemente  me muevo entre estos dos extremos: “La vida es bella” y “una y no más”. Me gustaría permanecer permanentemente en la primera; en cambio, con cierta frecuencia,  siento en mi piel que “una y no más”. ¿Quién dijo “esta vida es buena, pero hay que luchar; la primera parte de la frase puede ser correcta, pero la segunda es verdad”?

1 comentario:

  1. Chi non lavora non fa l'amore!

    Questo mi ha detto ieri mia moglie! A casa stanco ieri ritornai, mi sono seduto; niente c'era in tavola. Arabbiata Lei mi grida che ho scioperato due giorni su tre, coi soldi che le do non ce la fa più ed ha deciso che, lei fa lo sciopero ... contro di me!

    (Esto me dijo mi mujer, muy cabreada, cuando ayer me senté rendido a la mesa vacía: que hago el vago 2 de cada 3 días y que con el dinero que le doy ya no le llega; así que ella también va a hacer el vago: una huelga contra mí!).

    Hasta para hacer el amor hay que luchar. De cierta persona muy cercana oía con frecuencia: ‘todo me pasa factura en la vida’.

    Habría tanto que hablar -amigo Ernesto- del asunto sobre el que reflexionas: nada menos que la VIDA! Decididamente no te andas con chiquitas, no, tú: órdago a la grande!

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