Para
Trini, al inicio de
su
vacaciones veraniegas
Admiro
el caminar lento
y
pausado de las tortugas,
dueñas
parecen del tiempo
en
el que viven sus vidas,
sin
prisas, llegan lejos.
“No puedes perder el
tiempo
ni dilapidar tan efímero
tesoro”,
en
nuestra infantil ignorancia,
en
angustia convertimos
los
segundos que se escapan.
Nunca
alcanzo aplacar
mi
ardiente sed de tiempo,
sus
exigencias me dicta
tan
tiranas como las del aire,
que
a mi alma dan sustento.
Imaginaba
ser libre,
mas
esclavo del reloj vivía,
llevaba
uno en la muñeca, sigo
aún
con mi afán por controlarlo,
un
día, espero calmar mi congoja.
Para
evitar asfixiarme,
mi
inquieta mente ha creado
el
duende de la eternidad,
perdido
anduve buscando
imágenes
fantasmagóricas.
Vi
dioses eternos e inmortales
dispuestos
a compartir su estado
con
todo fiel cumplidor de dictados
de
las mentes que dicen conocerles
sin
que ni a sí mismos se entiendan.
Si
son inmortales y eternos,
necesitarán
del tiempo
para
poder existir
de
la forma que yo existo
viviendo
en este mundo.
Sin
tiempo, no existe proceso
de
vida, la muerte será
auténtico
disfraz del tiempo
forzado
a crear más vida
en
su energía infinita.
Tiempo
soy, humana
encarnación
de la existencia
viviente,
el ropaje que seguirá
marcando
segundos al gozar
de
insospechadas formas nuevas.
Identificado
con el tiempo,
existiendo
en la unidad
con
todo cuanto es,
¿qué
es lo que puedo temer?
¿el
miedo a ser lo que soy?
Admiro
a la tortuga
en
su pausado caminar,
disfrutando
de ser tiempo
del
universo en que vive,
algo
digno de probar.
Santiago Rupérez
Taipei, 28-6-2018.
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