Al calor de los debates sobre la extrema derecha, decido volver a los clásicos que mejor y más seriamente han analizado el fascismo y empiezo por Hannah Arendt y su Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, ya que en él la filósofa no solo se interroga sobre cómo pasaron las cosas en su Alemania natal, sino, sobre todo, se pregunta por qué.
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Por Marga Farré, co-presidenta de Transform Europe
En tiempos de confusión como los actuales, la lectura de Hanna Arendt es un punto de referencia para evitar la banalización del mal y su normalización en nuestra sociedad.
ResponderEliminarQuizás la gran aportación de HA es habernos explicado con su brillante inteligencia que el mal y el mal absoluto es el resultado de las conductas de miles de personas consideradas normales que se limitan, según ellas, a realizar bien su trabajo cumpliendo escrupulosamente lo establecido y lo ordenado.
En el juicio de Eichmann, no se encontró con ningún genio del mal, sino con un hombre mediocre que creía cumplir con su obligación realizando meticulosamente el trabajo encomendado.
Gracias, Amador, por animarnos a reflexionar y a no dejarnos adormilar por el mal, envuelto en palabras aceptables. Aunque tengo miedo, también tengo una ligera esperanza de que mañana responderemos con verdad. Y si la desgracia fuera realidad, mantendremos la cabeza alta y el corazón alerta para evitar que el mal siga avanzando. Un fuerte abrazo,
ResponderEliminarErnesto