
Es lo que tienen las malas compañías. Las que cada uno se busca y que le llevan a arremeter contra el mensajero en lugar de estudiar el mensaje.
Porque el mensaje es nítido: entendemos que en todas partes cuecen habas, les pedimos que echen esas habas al mismo puchero que las echamos los demás. Y déjense de rollos astutos pero trasnochados.
Y si no, miren lo que están provocando ya desde niños (en este caso, desde niñas).

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