Blog de quienes, jubilados, tienen el júbilo suficiente para charlar sobre lo que les viene en gana.
jueves, 5 de mayo de 2011
Cebollos !
Qué profesionales los SEAL.
(Esta vez sí, no como en Irán).
Y qué cebollos los políticos que, o por afán de protagonismo o simplemente por cantamañanas, la han liado parda.
Hay tres buenos refranes castellanos que hacen al caso: "en boca cerrada no entran moscas", el segundo "por la boca muere el pez" y por último "contra el vicio de pedir -los periodistas- está la virtud de no dar -los políticos".
¿O es que no se han enterado todavía que existe eso que se llama 'secreto de estado'?
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Yo esperaba algo más del reciente y brillante Nobel de la Paz, Mr. Obama, aun admitiendo la profesionalidad de los SEAL y la existencia de los secretos (¿ y/o crímenes ?) de Estado . Sigo pensando en el imperio de la ley y de la justicia internacional. Precisamente acabo de ver la película de Isabel Croixet "Conversaciones con Baltasar Garzón". Un abrazo.
ResponderEliminarBuen material para charlar.
ResponderEliminarNo me gustó la frase de Obama para la galería (?) Justice has been done (se ha hecho justicia). Quizá hubiera sido más acorde decir ‘hemos ajusticiado a Bin Laden’ o mejor aún ‘hemos liquidado al terrorista Bin Laden’, que probablemente se acerquen más a la realidad de lo llevado a cabo aquella madrugada del 1 de mayo por los USA SEAL.
Liquidarlo en el acto, o apresarlo y juzgarlo, son dos acciones que se diferencian en que al acusado se le da tiempo para defenderse o no. Esto es fundamental en derecho privado, público e internacional. Caso de ser condenado y –en EE.UU.- ejecutado, se ejerce la llamada violencia de estado, que consideramos legítima, aunque de Europa –afortunadamente- hemos desterrado la segunda parte.
Intentando comprender la acción que nos han contado, pienso un par de cosas. Una, que no sé –y quizá nunca sepa- qué ocurrió en aquel destartalado caserón realmente. Y dos: que la historia americana es la que es. Charles Lynch (de ahí ‘linchamiento’) era un cuáquero, juez y coronel que ordenó la ejecución de ciertas bandas rebeldes, absueltas por los tribunales. No hay más que recordar la leyenda del Far West: ‘ojo por ojo y diente por diente’.
Del Antiguo Testamento, por cierto.