En el repensar de mi repensamiento, El País, en su Babelia
de hoy, nos regala esta interesante página referida a Baruch Spinoza. Ese
personaje al que no ha mucho aludí en nuestros intercambios citando este libro
de Antonio Damasio “En busca de Espinosa”, que hay que acompañar de ese su otro
libro “El error de Descartes”.
Según esta página, se están revalorizando los escritos de
este proscrito; porque la actualidad del pensamiento inconsistente adonde nos
ha conducido la “posmodernidad” es posible que haya llegado al límite de su
insostenible desarrollo.
Lo que llama la atención es que el interés de Antonio
Damasio por Espinosa proviene de su pensamiento neurocientífico, anclado en lo
“infinitamente pequeño”, lo elemental de lo que ocurre en la “mente”, que no es
precisamente la “res cogitans” de Descartes, ni las “ideas innatas” de los
racionalistas del siglo XVII.
Acepta el punto de partida cartesiano, la duda, como valor
que sustenta el comienzo de la filosofía moderna y en el que se sitúa Damasio. Pero la
búsqueda de lo elemental del proceso cognitivo le conduce no a unas ideas
innatas sino a las “emociones y decisiones” que se muestran en el
comportamiento cognitivo.
Y es precisamente el comportamiento el que nos conduce a la
Ética, el más profundo campo de investigación que le corresponde a la
filosofía, tan olvidado en estos años tarados de “positivismo científico”, de
“uso del lenguaje” y “posmodernismo de la posverdad” y que nos ha conducido a
esta tiranía no solo del lenguaje sino de la propaganda y del poder de los
poderosos.
¿Será la vacuna de esta pandemia que nos sobrecoge la
apertura de las mentes preclaras a la revaloración de la filosofía y, por
tanto, del pensamiento no meramente
utilitario?
Me remito a lo que escribí hace muchos años en wikipedia:
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