No somos, nada,
te lamentabas,
son las huellas que va dejando
el paso del coronavirus,
lo sabemos y lo repetimos
con convicción inusitada
al ver los estragos que va causando.
No somos, nadie,
y lo repetimos con frecuencia
no acostumbrada
para reforzar nuestra
constatación cada vez más evidente.
Ni lo que valemos, somos,
han muerto un familiar y un amigo,
la economía se hunde,
el hambre con su presencia nos amenaza,
la sociedad se resquebraja
necesita un rescate absoluto.
Don Nadie somos,
y lo repetimos en un desesperado intento
de asegurarnos que somos algo,
que atrae al virus
aunque lo estemos ignorando.
Todo es real y cierto,
algo somos porque lo sentimos,
la nada no existe por ser nada,
el virus necesita de una célula viva
para seguir existiendo,
y vive, por nuestra propia vida,
la misma vida del universo,
sí, la mía y la de todos y todo, un algo
que existe por nuestro vital compromiso.
Santiago
Rupérez. Taipéi, 23-7-2020.
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