El hogar
no tiene por qué corresponderse necesariamente con una morada o un sitio único
y concreto. Podemos elegir su forma su ubicación, pero no su significado. El
hogar es donde conocemos y somos conocidos, donde amamos y somos amados. El
hogar es dominio de nuestros actos, es voz, es relación y es asilo: tiene parte
de libertad, parte florecimiento …, parte de refugio, parte de perspectiva de
futuro.
La
sensación de alejamiento o desaparición del hogar nos causa una añoranza insoportable.
Los portugueses tienen una palabra para ese sentimiento: saudade, un
término que, al parecer, capta la nostalgia y el anhelo que, desde hace siglos,
produce en los emigrantes separarse de su patria. Ahora, las alteraciones
propias de siglo XXI han convertido esas delicadas ansiedades y anhelos en un
relato universal en el que estamos sumergidos todos y cada uno de nosotros.
ZUBOFF,
Shoshana, La era del capitalismo de la vigilancia, Paidós, Barcelona,
2020. Pág. 17-18
Bella descripción de algo que todos vivimos desde que nacemos hasta que nos vamos. Como es connatural pues lo valoramos poco, por eso me parece muy bien traído. Gracias!
ResponderEliminarQuién no ha sentido en su momento el hogar, tiene un vacío que solo la madurez y la suerte de crear uno puede compensar su falta; pero siempre quedará un hueco: saudade
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