jueves, 15 de mayo de 2025

RECUERDOS VIVOS

En el 66 aniversario de la promoción del curso 1958-1959 del Colegio de la Inmaculada y San Pedro Claver.

 

Me enamoré de una imagen,

estaba en el corazón de todos

y me dejé conquistar

sin ofrecer resistencia.

 

Joven era, sin gran experiencia

en las lides del amor, justo

un año antes de concluir

mi educación secundaria.

 

Tenía, también, otra imagen,

querida desde el día que nací,

pero, dudaba si podía serme útil

en el colegio de la gran ciudad.

 

Inmaculada era la nueva imagen,

la mía propia, la de la Virgen de la

Vega de Haro, unidas en una, en el

colegio, mi amor fue madurando.

 

En Chamartín de la Rosa,

la casa de mi madrina, entre los

dos grandes colegios del lugar, testigo

fue de mi privilegiada infancia.

 

Un exclusivo sastre de Bravo Murillo,

me vistió de gala para mi primera comunión,

volví a visitarle, me encontré con

un lujoso almacén de moda.

 

Entre clases y juegos, el Madrid

de mi infancia fue desapareciendo,

creciendo estaba la nueva sociedad

que necesitaba la España nuestra.

 

Fueron surgiendo en el colegio,

páginas inolvidables de “Pequeñeces”

del P. Luis Coloma, contando la extraña

vida social que conoció las dos guerras.

 

Herencia era el colegio 

de costumbres, tradiciones

y de ideas que no casaban

con el mundo que vivíamos.

 

Nos dotaron de recursos aptos

para superar las crisis, basados en

la autoridad de una fe que, esperanzas

solo funda, sin vivir las realidades.

 

Escuché en la iglesia del colegio,

la poesía escrita por el P. Alonso,

había hecho mis delicias infantiles,

durante mi lectura de “Pequeñeces”.

 

Copio dos estrofas, la primera y la última:

 

Dulcísimo recuerdo de mi vida,

bendice a los que vamos a partir...

¡Oh, Virgen del Recuerdo dolorida,

recibe tú mi adiós de despedida,

y acuérdate de mí!

…..

Tú en pago, Madre, cuando llegue el plazo

de alzar el vuelo al celestial confín,

estrechándome a ti con dulce abrazo,

no me apartes jamás de tu regazo.

¡No me apartes de ti!

 

Son doce estrofas de cinco versos,

de todos bien conocidas, mucho me

temo que, a Jesús mismo, nunca se

le hubiera ocurrido dirigírselas a su madre.

 

Tras la foto de fin de curso, proseguimos

nuestro camino para la mayor gloria de Dios,

hasta el momento que entendiéramos

que Dios, hombre se había hecho.

 

El viaje de la odisea de mi vida,

me llevó a vivir en el Oriente,

el bagaje de mi formación occidental

funcionaba como mi puerto seguro.

 

Con el tiempo, la mentalidad oriental

comenzó a entrar en mi vida,

el mundo siguió cambiando, al Oriente

regresé para vivir en la unidad de la Vida.

 

                                   Santiago Rupérez.

                                   Taipéi, 15-5-2025.

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