martes, 25 de noviembre de 2008

De aquellos polvos ...

No me extraña que en Londres, y también en Washington, los no creyentes empiecen a hacer publicidad de sus ideas.

Poniendo aparte el tipo de creencias de cada uno, lo que ya no se aguanta en las sociedades modernizadas del siglo XXI es el monopolio abusivo de los espacios públicos por parte de las iglesias y las religiones que representan: respecto de los ámbitos de la ética, de la interpretación del mundo y de una hipotética trascendencia. Permitiéndose además el lujo de usar un lenguaje anterior a la revolución francesa (1789) (!). Desposeído, por tanto, de cualquier contenido mínimamente significativo para el hombre de hoy.


"Probablemente no hay Dios, deja ya de comerte el coco y goza de la vida", es quizá lo menos que podía decirse.
¿No?




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