Porque hay cosas que dichas por quien las dice tienen un significado especial, me atrevo a ofreceros estas líneas que Federico Mayor Zaragoza publica con este título esperanzador.
Porque, por primera vez, los cambios radicales que la responsabilidad ciudadana exige son posibles.
Es cierto que nunca como ahora ha existido tal concentración de poder (económico, militar, energético, mediático...) que se ha traducido, en poco tiempo, en situaciones y sucesos que constituyen auténticos -y a veces inéditos- desafíos, como el acoso de los mercados y de los especuladores a la acción de los políticos; el consumo de petróleo que, a pesar del efecto nocivo del anhídrido carbónico en el medio ambiente, sigue aumentando, al igual que su precio, poniendo de nuevo en peligro los tímidos avances de la regulación financiera a escala mundial; no se ha detenido la explotación de los recursos naturales de tantos países del Sur, progresivamente empobrecidos por la codicia sin límites de consorcios multinacionales (el coltán en el Congo, sigue siendo por desgracia un detestable ejemplo); los paraísos fiscales no sólo no han desaparecido sino que se hallan colmados; de los tráficos a escala supranacional, que se realizan en medio de la mayor impunidad, el de las drogas es particularmente nocivo, por resistirse a aceptar que el precio no tiene el menor carácter disuasorio, llegando su impacto a desencadenar un auténtica guerra civil en algunas regiones del mundo...
Y todo ello acompañado de la marginación progresiva de las Naciones Unidas y su sustitución por grupos plutocráticos carentes de una mínima organización institucional; de una deslocalización productiva con graves repercusiones laborales en tantos países; de un poder mediático que nos reduce a la condición de simples espectadores atemorizados y uniformizados...
Como trágico balance, hambre, hasta el punto de morir de inanición más de 70.000 personas al día, al tiempo que, ya armados hasta los dientes, seguimos aumentando la vergonzosa cifra de 4.000 millones de dólares al día en gastos militares, aviones, tanques, cohetes y ojivas ...
Pero, por primera vez en la historia, los ciudadanos van adquiriendo conciencia global, conocen la "realidad real", como diría Gabriel García Márquez, que les permite comparar y apreciar lo que tienen, y lo que les falta a ellos y a los demás. Esta "visión global" tiene un efecto transformador extraordinario a escala personal. Los seres humanos son progresivamente, habitantes "enterados" del mundo en el que viven. Y, también, muchos en pocos años, gracias a la moderna tecnología de la comunicación, van siendo capaces de expresarse, de implicarse, de actuar, de participar. Ya he dicho en muchas ocasiones que esta participación no presencial produciría, muy rápidamente una mejora sustantiva de la democracia y de la capacidad activa y proactiva de los ciudadanos y, sobre todo, de la juventud. Acabamos de ver lo que ya habíamos contemplado con singular esperanza en el caso de Irán: la movilización que puede efectuarse pacíficamente desde el ciberespacio.
Estamos viviendo momentos fascinantes: tenemos la posibilidad de participar; presidentes de raza negra se hallan al frente de los destinos de Norteamérica y de Sudáfrica; se ha incrementado la longevidad, especialmente en los barrios más prósperos de la tierra, que ahora se extenderá sin pausa a todos los demás; se desmoronó la Unión Soviética, carente de libertad; se ha desmoronado ahora el capitalismo, carente de igualdad y de justicia...
Ya percibimos una aire nuevo, el del siglo de la gente. Se inicia una nueva era. Un nuevo comienzo. Δ
*Presidente de la Fundación Cultura de Paz. http://federicomayor.blogspot.com/
Aunque el optimismo puede pecar de ingenuo.... también merece la pena a nuestra edad un poco de ingenuidad en la contemplación del devenir.
A mí me hace ilusión esta ingenuidad que siempre me ha hecho estar en cierta lucha contra los poderes. Y me hace más ilusión pensando en mis hijos y en mis nietos. ¡QUE SOY ABUELITO!
Pues, sí. Por hijos, nietos... y por nosotros mismos; que aún podemos dar algo de guerra.
ResponderEliminar¿Alguien recuerda el discurso sobre la "autoconciencia" de Caffarena? Pues uno de los temas principales del libro de Damasio, "Y el cerebro creó al hombre". Y en algún momento que "la conciencia de sí mismo" nos ha permitido las artes, la organización social,etc., a cambio de perder algo de inocencia... o ingenuidad. No es los mismo, pero el texto de Mayor Zaragoza me lo ha recordado.
Hace unos años, en China, un vídeo en Internet de una mujer con tacones altos dando patadas a un gato pequeño hasta matarlo se convirtió en un virus que empujó a un ejército de internautas indignados a la búsqueda de la malhechora. En seis días fue identificada Wang Jiao, en la provincia de Heilongjiag. La despidieron de su trabajo con el gobierno, la echaron de su su ciudad y se vio obligada a esconderse.
ResponderEliminar