En una reciente noche de pesadilla, una fascinante idea ocupó mi mente, recordándome antiguas pesadillas infantiles.
Siendo niño, cuando tenía fiebre y me dejaban en el internado en la cama hasta que abrían la enfermería regentada por Paca la Vaca, tenía entonces yo siete u ocho años.
En esos febriles sueños repetidamente venía un problema a mi cabeza ¿dónde estaba el mundo?, y me salía otro mundo que contenía al primero, pero que a su vez tenía que estar en otro y así sucesivamente. Y me producía angustia la sensación de que el mundo era cada vez más grande y más grande y más y más.....
Recientemente, a la vejez viruelas, me viene un pensamiento igual pero en la dirección contraria, hacia lo pequeño, lo infinitamente pequeño. Y con la reflexión que me permiten los años y el cultivo del pensamiento, me surgen algunas reflexiones sobre el mundo en que he vivido y el que estoy viviendo.
He vivido en un mundo "clásico" fruto del pensamiento platónico-aristotélico en el que "el ser es y el no ser no es"; y un vacío concebido como "espacio", ser que no es porque no tiene límites pero que hace posible el movimiento donde se desarrollan los demás seres, cada uno dentro de sus límites, es decir conforme a una "forma" o idea o esencia. Para los griegos platónico-aristotélicos era inconcebible el cero, la nada, porque la realidad es "Todo" un Universo Único.
Ese pensamiento fue profundamente enriquecido en mi juventud cuando el estudio me hizo abrir la mente al "infinito"; al ser sin límites; a la forma sin forma eterna que constituyera cada una de las realidades. Aparece, además, el mundo de la actividad humana como descubridora de realidades nuevas: descubrimiento del Nuevo Mundo y la redondez de la tierra; el heliocentrismo y el movimiento de los planetas; así como de realidades ideales: la introducción del cero y la numeración decimal, el álgebra y las tablas de funciones y la sustitución del ábaco por los algoritmos y, finalmente, la función matemática con las ecuaciones que hicieron posible la visión de un universo matemático como "intérprete de la realidad del mundo" (Galileo, Descartes, Leibniz, etc) y un concepto de "scienza nuova" (Vico) y la definitiva separación de la metafísica de la ciencia (Kant) y la aparición de nuevos conceptos de lo real y de la acción del hombre en el mundo: los "idealismos", "historicismos", "materialismos", "vitalismos", "existencialismos", fenomenologías y logicismos y toda la variedad de filosofías fundamentalistas cada una con su fundamento.
Aparece entonces, por un lado un universo infinito en el que todo está contenido en un orden material, mecánico, interpretable por la ciencia de las cantidades que supera totalmente la ciencia de las cualidades y, por otro lado, la acción libre y creadora del hombre como Historia, en una realidad que no nos es dada sino cambiante y evolutiva. Tal fue la visión de mi juventud filosófica en la que viví durante muchos años, siempre dentro de una fundamentación que, en última instancia, seguía, inconscientemente, anclada en el el fundamento platónico-aristotélico.
Fue muy tarde ya, superados los impulsos juveniles, en la madurez de mi vida, cuando comprendí las limitaciones del pensamiento humano y la crisis de la ciencia: la comprensión de la física relativista y la aparición de la física cuántica, así como una realidad material que se nos escapa entre las circunvoluciones de nuestro cerebro lógico y sus conceptos físico-matemáticos y la aparición de nuevas formas de "interpretación" del conocimiento del mundo a través del "análisis del lenguaje" y los sentimientos y emociones, en un mundo concebido como "cultura" y "creencias".
El "pondus" vital de mi formación mental y cultural me hace imposible aceptar el "posmodernismo" escéptico de las "posverdades". No todas las verdades son iguales ni tienen el mismo valor de verdad. No puedo aceptar la cultura de la verdad promovida por el "espectáculo" que manejan los intereses científicamente organizados y sometidos a un poder material de unos pocos que controlan a los muchos.
Y en esto "LLEGÓ LA PANDEMIA" y mi reflexión final:
Hasta ahora yo he sido el importante: el yo que recibía los datos, los elaboraba e imponía mi ley a través de mi acción y mi pensamiento en el mundo, donde se hacen las realidades. Mi pensamiento abarcaba al universo que, además, no podía ser más que uno, porque mi concepto de ser lo hacía NECESARIAMENTE UNO, no era posible la existencia de multiversos.
Pero, en un plazo increíblemente breve, todo se ha puesto en cuestión. Hasta ahora mi mirada, mi pensamiento y mi vida era "hacia adelante", mi visión del mundo era hacia el infinito, evolutivo y "progresista". Mi mundo era experiencialmente "macrocósmico". Habíamos creado la "globalización" de cuya mano se iban a resolver todos los problemas; incluso a la muerte la íbamos a marcar con nuestros conocimientos y nuestras leyes......
Pero llegó el covid-19 y.....
No hemos hecho caso a las múltiples advertencias que nos ha estado enviando la Naturaleza. Sí, teníamos conciencia de los límites ecológicos de la tierra, pero en la confianza de que la ciencia acabaría encontrando soluciones. El Universo que tenía en mi cabeza era tratado como si fuera propiedad nuestra.
Lo infinitamente pequeño no entraba en mi consideración intelectual de la vida. Vitalmente lo microscópico no estaba presente en mi experiencia, porque los problemas epidémicos y de salud y de pobreza, no entraban de lleno en mi experiencia vital.
El virus lo ha roto prácticamente todo. ¿Qué tenemos que decir, pensar, hacer?
Siento que TENEMOS QUE REINVENTARNOS, INDIVIDUAL, SOCIAL Y CULTURALMENTE. Pero eso lo tendrán que hacer nuestros nietos.
En unos pocos párrafos comprimes unas tres cuartas partes de una vida y un modo de concebir el mundo, la sociedad, la persona, las relaciones, etc. Sobre todo, delineas una evolución, o desarrollo, en el concebir y entender tus concepciones. Hasta ir llegando -entiendo yo- poco a poco al desmembramiento de toda esa concepción, que llega a su final con la COVID 19. Ahí nos encontramos todos; porque esta pandemia ha reventado el vivir de los últimos setenta u ochenta años. Tendremos que aprender a vivir, creer y pensar, dudar y asentir, en un marco que nace en estos meses y que se irá configurando, como siempre, con el vivir y malvivir de miles de millones de personas. Vamos tener el privilegio de asistir al nacimiento de las primeras piezas de una nueva sociedad; que nace con miedo, con distancia obligada junto al otro, construyendo con herramientas periclitadas y que servirán hasta que el homo sapiens haga brotar nuevas.
ResponderEliminarMe ha gustado tu recorrido,Mariano, y lo he leído más de dos veces -el acertijo es descubrir cuántas más- porque abrir cada linea para rebuscar todo lo que contiene es una tarea esperanzadora que requiere tiempo de reflexión. Dentro de unas semanas lo podremos hablar cara a cara, seguro.
CODA
ResponderEliminarDel it. coda 'cola', y este del lat. cauda.
1. f. Métr. Conjunto de versos que se añaden como remate a ciertos poemas.
"Pero eso lo tendrán que hacer nuestros nietos". En efecto, los nietos, oh Mariano, pero a nosaltres nos queda la 'coda', o sea, también REINVENTARNOS, INDIVIDUAL, SOCIAL Y CULTURALMENTE para rematar la faena cual cumple. Muy buena reflexión, sí, señor.