lunes, 27 de septiembre de 2021

CURIOSIDAD (2)

 

(Transcribo del libro que cito al final de estos párrafos. También incluiré la cita concreta que el autor de este libro hace de Defoe).

También señaló con aprobación (Defoe), entre las órdenes dictadas por el alcalde y los ediles de Londres durante la peste de 1665, el intento de regular a la “multitud de bellacos y mendigos vagabundos que pululan en todas las partes de la ciudad, y que son una causa importante de la propagación de la enfermedad”, y la prohibición de “todas las diversiones, bailes de osos, juegos, cantos de coplas, ejercicios de broqueles y similares motivos de reunión del pueblo”, así como  de “los festejos públicos” y las “cenas en tabernas”.

A menudo se sigue afirmando que fue el progreso del conocimiento científico lo que ayudó a la humanidad a ahuyentar, o al menos controlar, la amenaza de las infecciones letales. Un vistazo más atento a los archivos históricos desvela que, a partir del Renacimiento, los hombres descubrieron la eficacia de las cuarentenas, el distanciamiento social y otras medidas ahora conocidas como “intervenciones no farmacológicas”, mucho antes de entender adecuadamente la verdadera naturaleza de las enfermedades que pretendían combatir. Sin embargo, bastó con alterar, aunque fuera de manera imperfecta, las redes sociales de la época -mundiales, nacionales y locales- para realizar la propagación de microbios aún desconocidos e imprevistos.

(Ferguson, Niall, Desastre. Historia y política de las catástrofes, Debate, Barcelona, 2001. Pág. 166).

(Los entrecomillados del primer párrafo corresponden a citas textuales del libro de Defoe: Diario del año de la peste, publicado en 1722, y traducido al castellano en 2011, ed. Impedimenta, Madrid. Págs. 40 y ss.)

 

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