Tras diez o doce días al pairo de las previsiones meteorológicas, pues hizo frío, sí, pero también sol, no llovió, y la nieve frenó hacia las diez de la mañana, y no volvió hasta las 19:30. El caos -y, a lo mejor, los fractales- de la climatología, que no son dioses del tiempo, sino teorías demoníacas del clima, nos fueron propicios.
Salvados de las incomodidades de la lluvia y de la nieve, pudimos:
Cristina y Amamdor (sí, con dos emes),
Ernesto (y Maritere desde Madrid),
Marina y Jaume (ciudadanos del mundo),
Julia y José María (colados en la catedral; he dicho "en", no "por"),
Mari y Luis, apoyado y sostenido, pero sobre todo prevenido por Mari, para poder estar en París,
Rosy (siempre pienso en escribirlo "Rossy") y Manolo, sucesor a título de organizador, no de rey todavía,
Carmen y Eduardo, nombrado a dedo, y no por enchufe, redactor de esta reseña, y
María José y Paco, organizadores no superados -hasta la fecha- de un día "explendoroso", y casi de "candelabro",
pasar una jornada................. (y en estos suspensivos caben todos los requiebros que ya constan en los emails remitidos) espléndida, jocosa (más que divertida, aunque también divertida), con clases de historia algo tergiversada y, por eso quizás, más verdad, una exhibición teatral tan poderosa como ridícula -hubo que cerrar la puerta del ayuntamiento para evitar la corriente aire que podía perjudicar a unos actores pobre y escasamente vestidos, sin que existiera ni un ápice de posibilidad de provocación, una muy buena comida, y........unas "trufas" de las Clarisas con sabor y olor, no a incienso como era de esperar, sino a deseos de repetir más jornadas como la de ayer.
Dixit.
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