sábado, 31 de octubre de 2015

LA FILOSOFÍA EN LA ENSEÑANZA SECUNDARIA

Uno de los aspectos más importantes de la educación como enseñanza y aprendizaje es el dominio de los lenguajes; comenzando por el conocimiento y dominio de la lengua propia de la comunidad en su uso común.

Las ciencias utilizan el lenguaje de la lengua de uso común conforme a una determinada “formalización” adaptada a una dimensión específica en el ámbito concreto del mundo de cada ciencia. Generan así un uso propio de vocabulario y expresiones que adquieren un sentido peculiar e independiente del uso vulgar de la lengua que se utilice. De especial relevancia en este sentido es el lenguaje matemático por estar no solo totalmente formalizado sino, además, simbolizado de tal manera que sus términos, en cuanto uso matemático, no requieren de significado propio alguno; lo que permite que tales símbolos, como variables, puedan tomar el contenido concreto de conceptos y significados propios de las ciencias particulares.

Las ciencias formalizan su lenguaje generando términos científicos “ex novo” o bien tomando raíces del lenguaje y pensamiento clásico greco-latino, marcando con claridad de concepto las novedades que dichos términos implican; o bien toman términos del uso común con un significado definido evitando toda ambigüedad. Así el término ‘velocidad’ en física significa una relación perfectamente definida:
Velocidad = espacio/tiempo
Y es completamente independiente del uso vulgar del término como “ir o moverse deprisa”.

Los científicos y los matemáticos hablan así para aquellos que previamente conocen la formalización y simbolización del lenguaje que usan.  Por ello existen diversos niveles de formalización lingüística adaptados a un determinado nivel de conocimiento del auditorio. No es la misma exigencia de formalización del lenguaje de la física en el bachillerato que en la Universidad o en una revista de investigación científica. Quienes desconocen tal nivel de formalización no pueden entender lo que se está tratando. No es fácil entender las diferencias de conceptos físicos expresados en términos como ‘materia’, ‘fuerza’, ‘masa’, según los distintos niveles de formalización diferentes del uso vulgar de los mismos.

Cuando los físicos hablan de “partículas elementales” piensan en la interpretación de una ecuación matemática según un modelo teórico generado a partir de una teoría consolidada; y esperan ver en sus experimentos una trayectoria que aparece en una pantalla de un microscopio electrónico que nada tiene que ver con el sentido que le pueda dar el profano; no es fácil superar la idea de ‘partícula elemental’ como una bolita muy pero que muy pequeñita; y mucho más difícil es comprender que dicha partícula tanto se puede considerar en un contexto como una masa y en otro contexto como una onda.

La Filosofía se enfrenta con un problema especial: El pensamiento filosófico no tiene un campo de estudio específico como suelen tener las ciencias particulares; el ámbito de su reflexión es la totalidad que incluye todo; y sobremanera indagar el sentido de ese todo y la vida que en él se desarrolla en un proceso evolutivo establecido por la ciencia desde un momento inicial hasta llegar al ser humano.

Uno de los problemas con los que se enfrenta la Filosofía (el pensamiento filosófico), y en especial en su tarea docente, es que se expresa hablando aparentemente el lenguaje de la calle, porque los problemas que plantea son propios del hombre de la calle. Todos tenemos conocimiento y experiencia de ellos y los expresamos con nuestro lenguaje vulgar dando lugar a expresiones completamente legítimas y con pleno valor. Pero la filosofía al reflexionar y atender a la necesidad de precisar significados se ve obligada a formalizar tales términos precisando el significado y su adecuación a cada contexto concreto.

La Ciencia trata de conocer los problemas que surgen en el conocimiento de la Naturaleza y se “aprende”  de la mano de las soluciones que van aportando los científicos. Pero la filosofía no es un ocuparse de las propuestas y soluciones que se plantean los filósofos, sino un método para ocuparse de los problemas de los hombres, y de uno mismo; y eso incluye la reflexión sobre el conocimiento de lo que es la verdad  y el sentido que tiene el conocimiento científico.

Los filósofos tienen una doble tarea: integrar nuestras diferentes concepciones del mundo y de nosotros mismos ….. y ayudarnos a encontrar una orientación con sentido en la vida. El lenguaje que utiliza es la reflexión sobre el propio lenguaje en el que nos planteamos los problemas fundamentales sobre nuestra existencia y sobre nuestro conocimiento de la realidad. Por eso tiene que usar los mismos términos que usamos en la vida ordinaria.

Todos tenemos un concepto suficientemente claro y un uso correcto de las palabras que usamos vulgarmente, cuando usamos términos como, ‘verdad’, ‘realidad’, ‘universo’, ‘mundo’, conocimiento’, ‘ciencia’ etc. Pero nos encontraremos con problemas si nos vemos obligados a especificar con precisión en cada caso lo que queremos significar con ellos.

La mayoría de los alumnos de secundaria suscribirían como argumento definitivo de verdad: “lo ví con mis propios ojos”. Hagamos la prueba preguntando a un grupo de alumnos de secundaria (prueba realizada frecuentemente por el que suscribe y puede asegurar que da lugar a situaciones muy entretenidas) que nos expliquen como es que afirman  (en qué consiste eso de ‘afirmar’?) con seguridad y  como verdad evidente que la Tierra da vueltas alrededor del sol cuando todos los días vemos que el “sol se mueve del Este al Oeste” (explicando claramente qué entienden por verdad y evidencia  respecto a esa afirmación).

La filosofía es un conocimiento especial e incómodo. Porque obliga a no dar por supuesto nada en su pretensión de fundamentar las ‘creencias’ (por ejemplo que la verdad se justifica en “ver con mis propios ojos”) sobre las que construimos ‘evidencias’ (que curiosamente viene a significar vulgarmente “ser visto”) y tal evidencia justifica lo que consideramos como ‘verdades’ (sin aclarar previamente si es verdad porque lo veo, o lo veo porque es verdad).

Más que “enseñar Filosofía” y hacer aprender lo que pensaron otros a lo largo de la Historia, en la Educación Secundaria habría que crear las ocasiones para que los jóvenes se hicieran ciertas preguntas que les ayudaran a tener sentido propio de las respuestas que a tales preguntas puedan darse. Preguntas que abarcan lo que es y en qué consiste el conocer y lo que se ha de considerar como “verdadero”; así como lo que se debe hacer y valorar como “bueno-malo”, “justo-injusto”, “conveniente-inconveniente”, “adecuado-inadecuado” etc.

Que tales ocasiones vengan de la mano de una asignatura que se llame o no se llame filosofía es secundario. Lo que no debe darse es una educación que excluyera la formación de tales criterios en todos los alumnos a partir de cierta edad.


1 comentario:

  1. Hablaba yo con Ignacio, nuestro cura párroco del barrio —hace ahora de esto justos 12 años— acerca de la situación del país vasco y, más en concreto, de la postura de los obispos respecto a la inminente ilegalización de Herri Batasuna. Siempre recordaré que me dijo: tienes lenguaje.

    Lo tomé como gran elogio con independencia del fondo de la cuestión —en la que por cierto, estábamos muy de acuerdo—. Al leer tu artículo, amigo Mariano, he recordado aquel diálogo que mantuve entonces.

    En breve: medio escuchando, y de refilón, algún minuto que otro a nuestros líderes sociales y políticos, y viendo sus gestos, maneras y actitudes cada día me estoy quedando más y más pasmado (¿podría escribir ‘pasmao’ si se me permite?, desearía hacerlo sobre todo para que rimara con ese ‘estao’ del que tanto hablan).

    Y termino con esta pregunta exclamación: que esta gente va a mover un dedo para dar más y más profundo lenguaje (conocimiento crítico) a los hijos e hijas de los ciudadanos que les votamos ?!. Son descarados pero no imbéciles.

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