En respuesta al contribuyente Mariano

Mariano, que para ese viaje solo hacen faltan microalforjas. No “jubjuberos técnicamente capacitados para eyo”, jajaja …, broma aparte:

todos sabemos que la historia se remonta a las Cajas de Ahorro. Y antes aún a  aquellos Pósitos —depósitos de cereal almacenado para prestarlo a los más necesitados en casos de emergencia, a precios más que económicos y que en muchas localidades municipales se conservan aún bien y pueden visitarse —; después a los conocidos Montes de Piedad locales del s XVII (los italianos, dos siglos más antiguos). Estos derivan luego ya en las Cajas según el modelo del ‘Sacro y Real Monte de Piedad de las Ánimas del Purgatorio de Madrid’.

Fines:

— para fomentar el ahorro de la gente sencilla

— para ayudar a los pobres porque sí, sin pedirles nada a cambio (o sea la jodida beneficencia)

— para tener una arquita  institucional por un por si acaso, una especie de erresistentzia kutxa (todavía no ‘roja’)

— para prestar baratito y sobre todo sin ánimo de lucro

Hasta aquí la película está basada en hechos reales.

AVISO: en adelante cualquier parecido con el argumento del film anterior será mera coincidencia (y además un espejismo). El protagonista del film que se pone hoy en cualesquiera cines ya no es el labriego, la familia modesta urbana ni la modistilla casadera sino una docena de familias integradas por no más de cien individuos de este planeta que nos gobiernan muy por encima de Bruselas y de la mismísima Casa Blanca. No idealizar, cagan y mean como el resto.

En España esa película se proyecta precedida del corto La merienda del señor González. Argumento: Don Felipe tiene hambre, se fija en las Cajas de Ahorro, le gustan, y va y se las come. En realidad no fue así. Le habría dado un atracón pero las llena de políticos y sindicalistas con Mercedes aparcado a la puerta. Estos caballeros (y damas) asisten a saraos con ricos constructores y/o promotores (no precisamente de la cultura griega) de los que acaban haciéndose amiguetes, y por ende, quedando domesticados. Fondo, lucha social sustituidos por mangoneo político y económico. Blacks cards.

His rebus dictis … creo que la creación de una banca nacional es una de las grandes aspiraciones de una izquierda bastante auténtica (no encontré ese artículo de hoy que citas). Aunque a mí ya me gustaría no hay fuerzas para eso. No hay ni la voluntad ni el poder para dar ese paso. Los banqueros sin tirar un solo tiro tienen ganada esa batalla, la del intento de hacerles la competencia. La mentalidad de la gente está agostada, resignada aunque haya rayos de esperanza vislumbrados en cercanas o lejanas mareas y campamentos. El Colegio Cardenalicio bruselense, ¿sería partidario o les entraría un ataque de risa? ¡Qué mal ejemplo para el resto de abotagados países come-salchichas, pasta o patatas!

Técnicamente es posible, por supuesto. En 2º de CC Económicas aprendíamos que una empresa puede subsistir indefinidamente con beneficio cero, o sea, que no les queda un centavo después de retribuir al trabajo y al capital, atender amortizaciones, inversiones, renovación, investigación, etc. Problema-peligro de esa empresa: que no se conformen con veranear en Torrevieja o Langreo y que se dejen tentar por las playas de Waikiki (no voy a ser menos que mi cuñado que se llevó allí a la familia el verano pasado) o cambiar el Fiat por el BMW, por el Volvo.

Un espejismo, pues, querido amigo. El problema, a mi modesto entender no está en la cúpula del gobierno —aun suponiendo que afrontara la creación de ese tipo de banca pública presionados por partidos e indignados— sino en los niveles más corrientes de la sociedad que, después de décadas de confort más virtual que real, nos hemos hecho al sistema que querían imponernos. Y que consiguieron, vaya si consiguieron imponer.

Somos sociedades inermes y desvalidas. No nos interesa una banca social, o al menos, no tanto como para pelearla. Si me la ponen en bandeja, qué guay, no?. Pero hasta ahí, que bastante tengo yo con lo mío y con lo de los míos. De un impulso fuerte, ético y vital hacia el otro por sentido de rabiosa justicia nos quedamos en las bienhechoras Organizaciones No Gubernamentales: contentan la conciencia y son válvula de escape para aquel justo y transformador primer impulso que a veces sentí en lo más íntimo.

Pero de eso hace tiempo.