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Este cúmulo de ángulos construyó una democracia carente del componente más democrático de los sistemas políticos europeos: el antifascismo. Si en Europa hay Estados sociales y democráticos de derecho fue por la presión de los que habían derrotado al fascismo en la Segunda Guerra Mundial.
-¿Y en España?
-En España, el antifascismo fue ocultado durante la Transición porque tenía que ocultarse el franquismo y la II República. Veníamos, pues, de la nada. Una España que se acostó franquista sociológicamente, se levantó demócrata. Cuando un loco decimonónico entró con su tricornio en las Cortes, ese pueblo se dijo a sí mismo con grandes dosis de autoindulgencia: “yo no soy como ese, ergo soy un demócrata de toda la vida”, ahorrándose el compromiso y la coherencia que trajo a la democracia europea el antifascismo. Por eso, el 15-M tiene que sostenerse sobre un antifascista francés, Hessel, pero no puede sostenerse sobre ningún antifascista español, porque no se conocen.
Juan Carlos Monedero. La transición contada a nuestros padres.
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