domingo, 16 de noviembre de 2014

CONVIVENCIA Y PACTOS

CONVIVENCIA Y PACTOS

Una sociedad que no tiene su convivencia basada en una moral común solo puede sustentarse a base de pactos.

Tienen razón los que afirman que España ha alcanzado su democracia gracias a ciertos pactos. No cabe duda de aquello fue así en la transición porque no era posible otra forma de salir del franquismo.

Lo malo de la transición es que se quedó en eso, en los pactos y no generó una moral social lo suficientemente amplia y consensuada para que al cabo de tanto tiempo no tengamos que recurrir de nuevo a unos pactos que nos saquen del atolladero.

Un atolladero que se veía venir desde hace bastantes años; pero los partidos alternativos de gobierno no fueron capaces de alcanzar un pacto ni siquiera sobre los contenidos de una educación para la ciudadanía.

Esto es lo grave. Ahora se llevan las manos a la cabeza estos dos partidos cuando Podemos dice que “hay que abrir el candado de la transición”.

Pero en lugar de asumir el problema y su responsabilidad, los dos partidos se agarran a la Transición y la defienden como la fuente en la que ha bebido durante tantos años la democracia española. Pero esa fuente la han dejado ellos mismos, seca.

No se enteran. No se trata de que la transición no haya sido lo que fue; se trata de que no podemos seguir como estamos. Y estamos como estamos porque los partidos se han aferrado de tal forma al poder que no han cuidado nada más que la estructura de la fuente de su poder. Mientras por las rendijas de la historia viva de la ciudadanía se ha escapado el agua que debiera regar y satisfacer los problemas de la ciudadanía. Las nuevas generaciones de españoles no tienen ya conciencia de la deuda a la transición.

Me está recordando esta situación a lo que se planteaba entonces en el franquismo terminal. Como el franquismo no era capaz de reformarse, parió aquellos ridículos intentos de “Reforma democrática” que producen vergüenza. Tanta vergüenza que los propios franquistas inteligentes no tuvieron más remedio que reconocer la necesidad de unos pactos con la sociedad de la que el franquismo estaba completamente al margen. Eso es lo que les queda a los inteligentes del bipartidismo.

Lo que hace falta en España es una auténtica moral donde la cohesión social nazca del profundo vivir de los valores que nos unen, no de los pactos para coordinar los intereses que nos separan.

Pero a falta de moral, NO HAY MAS REMEDIO QUE RECURRIR A LOS PACTOS.


Señores diputados y senadores. Si no han sido capaces de reformar la constitución porque no fueron capaces de pactar, no se quejen ahora de que haya muchos que no tengan más remedio que recurrir a abrir el candado de la transición.

3 comentarios:

  1. Quejarse es gratis, Mariano, buen escribidor donde los haya

    Los partidos (y la prensa —El PAÍS y todos los demás, cada uno a su estilo—) son muy libres de quejarse y poner el grito en el cielo. Libres de expresar sus temores en una democracia, en un estado de derecho como es por fortuna esta España en la que vivimos gracias a aquel proceso del 78 llamado de La Transición. Gracias repito yo aquí y ahora una y mil veces a la Transición. Sin quejarme ni de sus concesiones —que las hubo—, ni de sus carencias —que las hubo—, ni del fallo —que fue mío, nuestro y de todos— de no traducir aquellos principios a valores morales.

    Se quejan los partidos porque ven atacado su chiringuito, su esquema de ascensos en función de la capacidad de adulación a sus mandos, su estructura férrea (“el que se mueva no sale en la foto”), sus noviciados, terceras probaciones, etc.

    No hay que extrañarse pues ya lo predijo aquel socialista, gran presidente de las Cortes, José Bono, el mismo día 15 de mayo de 2011 a cien metros de una Puerta del Sol en la que no cabía un alfiler: “es aquí, en el Congreso, donde reside la soberanía del pueblo”. Era todo lo que tenía que decir. Y muy recientemente — este 14 de noviembre pasado en la SER y entrevistado por Pepa Bueno— lo corroboraba Alfonso Guerra al decir “mire usted, Pepa, lo que se hace fuera de la política no tiene futuro". Y a esa ‘política’ se accede como en las órdenes religiosas, como en la milicia, como en la cola del pan: por turno y/o acumulación de méritos. Supuestos méritos.

    Esos esquemas ya no valen para el siglo XXI. Huelen a viejo, a caduco y trasnochado, ignoran la globalización y el infinito salto tecnológico, han pasado por encima de cualquier valor moral de justicia y solidaridad con tal de mantenerse ellos por encima de todo y de todos con pretextos infames cuando no infantiles. Nos han tomado por imbéciles. Se han convertido en una casta. Son casta en el peor sentido de la palabra y solo entienden o atienden cuando se les montan escraches y gamonales: tarde, mal y nunca.

    Fuera con ellos.

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  2. Querido Amador, todavía nos quedan las elecciones, ¿o también quieres eliminarlas? Que las urnas decidan lo que hay que hacer en función de sus resultados, ¿o no?

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    1. Congratulándome con tus comentarios me congratulo en compartir dichas congratulaciones contigo, querido José María.

      No solo quiero eliminar la elecciones pues son un engorro, qué quieres que te diga y que es de lo poco que 'nos queda', sino los pasos de cebra también. Y la Casa Blanca, la Rosada y la Casa de Aragón —que está en Plaza de la República Argentina, nº 6, de Madrid ... fuera con todo! Empecemos un mundo nuevo circuncidado por arcos iris de paces, amores y bienestares.

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