CONVIVENCIA Y PACTOS
Una sociedad que no tiene su convivencia basada en una moral
común solo puede sustentarse a base de pactos.
Tienen razón los que afirman que España ha alcanzado su
democracia gracias a ciertos pactos. No cabe duda de aquello fue así en la
transición porque no era posible otra forma de salir del franquismo.
Lo malo de la transición es que se quedó en eso, en los
pactos y no generó una moral social lo suficientemente amplia y consensuada
para que al cabo de tanto tiempo no tengamos que recurrir de nuevo a unos
pactos que nos saquen del atolladero.
Un atolladero que se veía venir desde hace bastantes años;
pero los partidos alternativos de gobierno no fueron capaces de alcanzar un
pacto ni siquiera sobre los contenidos de una educación para la ciudadanía.
Esto es lo grave. Ahora se llevan las manos a la cabeza
estos dos partidos cuando Podemos dice que “hay que abrir el candado de la
transición”.
Pero en lugar de asumir el problema y su responsabilidad,
los dos partidos se agarran a la Transición y la defienden como la fuente en la
que ha bebido durante tantos años la democracia española. Pero esa fuente la
han dejado ellos mismos, seca.
No se enteran. No se trata de que la transición no haya sido
lo que fue; se trata de que no podemos seguir como estamos. Y estamos como
estamos porque los partidos se han aferrado de tal forma al poder que no han cuidado
nada más que la estructura de la fuente de su poder. Mientras por las rendijas
de la historia viva de la ciudadanía se ha escapado el agua que debiera regar y
satisfacer los problemas de la ciudadanía. Las nuevas generaciones de españoles
no tienen ya conciencia de la deuda a la transición.
Me está recordando esta situación a lo que se planteaba
entonces en el franquismo terminal. Como el franquismo no era capaz de
reformarse, parió aquellos ridículos intentos de “Reforma democrática” que
producen vergüenza. Tanta vergüenza que los propios franquistas inteligentes no
tuvieron más remedio que reconocer la necesidad de unos pactos con la sociedad
de la que el franquismo estaba completamente al margen. Eso es lo que les queda
a los inteligentes del bipartidismo.
Lo que hace falta en España es una auténtica moral donde la
cohesión social nazca del profundo vivir de los valores que nos unen, no de los
pactos para coordinar los intereses que nos separan.
Pero a falta de moral, NO HAY MAS REMEDIO QUE RECURRIR A LOS
PACTOS.
Señores diputados y senadores. Si no han sido capaces de
reformar la constitución porque no fueron capaces de pactar, no se quejen ahora
de que haya muchos que no tengan más remedio que recurrir a abrir el candado de
la transición.
Quejarse es gratis, Mariano, buen escribidor donde los haya
ResponderEliminarLos partidos (y la prensa —El PAÍS y todos los demás, cada uno a su estilo—) son muy libres de quejarse y poner el grito en el cielo. Libres de expresar sus temores en una democracia, en un estado de derecho como es por fortuna esta España en la que vivimos gracias a aquel proceso del 78 llamado de La Transición. Gracias repito yo aquí y ahora una y mil veces a la Transición. Sin quejarme ni de sus concesiones —que las hubo—, ni de sus carencias —que las hubo—, ni del fallo —que fue mío, nuestro y de todos— de no traducir aquellos principios a valores morales.
Se quejan los partidos porque ven atacado su chiringuito, su esquema de ascensos en función de la capacidad de adulación a sus mandos, su estructura férrea (“el que se mueva no sale en la foto”), sus noviciados, terceras probaciones, etc.
No hay que extrañarse pues ya lo predijo aquel socialista, gran presidente de las Cortes, José Bono, el mismo día 15 de mayo de 2011 a cien metros de una Puerta del Sol en la que no cabía un alfiler: “es aquí, en el Congreso, donde reside la soberanía del pueblo”. Era todo lo que tenía que decir. Y muy recientemente — este 14 de noviembre pasado en la SER y entrevistado por Pepa Bueno— lo corroboraba Alfonso Guerra al decir “mire usted, Pepa, lo que se hace fuera de la política no tiene futuro". Y a esa ‘política’ se accede como en las órdenes religiosas, como en la milicia, como en la cola del pan: por turno y/o acumulación de méritos. Supuestos méritos.
Esos esquemas ya no valen para el siglo XXI. Huelen a viejo, a caduco y trasnochado, ignoran la globalización y el infinito salto tecnológico, han pasado por encima de cualquier valor moral de justicia y solidaridad con tal de mantenerse ellos por encima de todo y de todos con pretextos infames cuando no infantiles. Nos han tomado por imbéciles. Se han convertido en una casta. Son casta en el peor sentido de la palabra y solo entienden o atienden cuando se les montan escraches y gamonales: tarde, mal y nunca.
Fuera con ellos.
Querido Amador, todavía nos quedan las elecciones, ¿o también quieres eliminarlas? Que las urnas decidan lo que hay que hacer en función de sus resultados, ¿o no?
ResponderEliminarCongratulándome con tus comentarios me congratulo en compartir dichas congratulaciones contigo, querido José María.
EliminarNo solo quiero eliminar la elecciones pues son un engorro, qué quieres que te diga y que es de lo poco que 'nos queda', sino los pasos de cebra también. Y la Casa Blanca, la Rosada y la Casa de Aragón —que está en Plaza de la República Argentina, nº 6, de Madrid ... fuera con todo! Empecemos un mundo nuevo circuncidado por arcos iris de paces, amores y bienestares.