sábado, 14 de noviembre de 2015

(a modo de) Editorial

Estamos en guerra, ha afirmado Hollande. Una guerra mundial a retazos -dijo el papa Francisco- en la que es justo defenderse. Lo último que hubiéramos deseado pero esconder la cabeza bajo el ala no va a cambiar la situación. Tratar de ir recuperando nuestra 'vida normal' -tan confortable y en apariencia racional- sin mirar alrededor, no nos va a valer. Ya no. DAES vive en la puerta de al lado, se sienta junto a mí o los míos en el bar, me trae el pedido a casa, me pide disculpas con educación cuando me pisa sin querer en el autobús y mis conocidas se alteran cuando se sienten deseadas por alguno de ellos en el paso de cebra. Son como muchos de nosotros. Por ello suena tan feo y estremecedor ese 'estamos en guerra'.

Dice P Iglesas que no es hora de pactos contra el yihadismo sino de resaltar los valores de la democracia y que ya ha habido guerras que o no resolvieron o agravaron los problemas. De acuerdo, pero olvidó quizá la denuncia a gritos de oscuros intereses económicos y financieros. De viejas, turbias alianzas entre países que solo favorecen a élites millonarias y no a los ciudadanos de las banderas bajo cuyo pabellón se trenzan, alteran o mantienen: esas personas que las firman tienen nombre y apellidos. Ellos alimentan a ISIS. No, este mundo no podrá vivir en paz mientras exista el autoproclamado califato del DAES. Los valores en los que fundamentamos nuestra existencia no solo se defienden en las urnas y en asambleas de cuatro, de cuarenta concienciados. Necesitamos una radical educación en ellos desde la escuela, volviendo a recrear la idea de que hay cosas por las que merece la pena dar la vida; que la vida no es solo ni principalmente viajar a Cancún, tomar cañas y tener un curro.

Y mientras tanto, además de la inprescindible investigación electrónica policial, ¿a qué esperan los Rafale franceses para multiplicar sus despegues acompañados por docenas de Eurofighters europeos? ¿de verdad creemos posible vencerlos sin echar pie a tierra de una vez en el corazón de sus guaridas? A nuestros gobiernos se les llena la boca de palabras como firmeza, tranquilidad, que venceremos: evitan siempre decirnos cómo. También Hitler les hizo vacilar hasta ponernos junto al abismo y bien a punto estuvimos de caer en él. Tendremos bajas con total seguridad, pero ¿de verdad preferimos seguir escondiendo la cabeza bajo el ala tras cada degollamiento televisado y volver a barrer una vez y otra la sangre de nuestras hijas e hijos de la discoteca del barrio en las frías madrugadas de cada masacre?

5 comentarios:

  1. Si solo fueran oscuros intereses económicos y financieros.... lo malo es que detrás de esos intereses está la "venta de armas". ¿De dónde salen? ¿cómo llegan a donde llegan? ¿por qué llegan? ¿quiénes manejan los circuitos por donde circulan y se mueven?
    ¿Tendrán algo que ver los paraísos fiscales y los circuitos del dinero B?
    Y detrás de todo: ¿quiénes son las víctimas? ¿De verdad que los gobiernos del mundo quieren atacar el problema? ¿Son coincidentes los intereses de los gobiernos son los de la población?
    En último término si no tenemos en cuenta un Bien Común de la Humanidad, y los gobiernos no se toman en serio los DERECHOS HUMANOS, ni se toman en serio el Medio Ambiente...... ¿qué podemos esperar?
    (nota: surgen lágrimas de pena y dolor)

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  2. Nada. No podemos esperar nada, Mariano, pues como bien dices, los intereses de los gobiernos tienen poco que ver con los de las poblaciones que los votamos. En otras latitudes, ni eso: les llueven del cielo. Por eso, intentar acercarse a la felicidad personal es obra de titanes, impulsar la colectiva ... obra de genios publicos o anónimos (trato de colarme en el furgón de cola de este ultimo tren).

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  3. No solo la salvajada de París, sino también lo que no aparece en primer plano(refugiados en Äfrica, asesinados, encarcelados, no atendidos en sus necesidades básicas en todo el mundo,etc.), es parte de la sinrazón a la que nos lleva, arrastrados y sin quererlo, hacia la indignidad del olvido, de dejarlo pasar, del creer que se arreglará solo. Golpes mediáticos como el de París sacan a primer plano una realidad que, normalmente, permanece escondida, escondida para que no la veamos y protestemos.

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    Respuestas
    1. La indignidad de la sinrazón no creo sea posible combatirla más que desde la cultura de base. Al igual que el atletismo de élite, que empieza desde alevines, pues cuando llegamos a adultos, o tienes desarrollado el músculo mental o eres carne de graderío.

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    2. La indignidad de la sinrazón no creo sea posible combatirla más que desde la cultura de base. Al igual que el atletismo de élite, que empieza desde alevines, pues cuando llegamos a adultos, o tienes desarrollado el músculo mental o eres carne de graderío.

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