Qué pena, a dónde hemos llegado, llamar —con mucha razón— caraduras a nuestros representantes en el órgano de la soberanía. No me vale ese cliché de que se trata de un mínimo porcentaje de ellos, que la gran mayoría son honestos, porque mi pregunta es, ¿por qué esa 'gran mayoría' no los expulsa y regenera el conjunto?
Qué pena, a dónde hemos llegado, llamar —con mucha razón— caraduras a nuestros representantes en el órgano de la soberanía. No me vale ese cliché de que se trata de un mínimo porcentaje de ellos, que la gran mayoría son honestos, porque mi pregunta es, ¿por qué esa 'gran mayoría' no los expulsa y regenera el conjunto?
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