"Berenguer: ¡Yo, estoy sorprendido, estoy sorprendido, estoy sorprendido! No salgo de mi asombro.
Dudard: Yo también he estado sorprendido, como usted. O más bien lo estuve. Ya empiezo a acostumbrarme.
Berenguer: Usted tiene un sistema nervioso más equilibrado que el mío. Lo felicito. Pero no le parece que es una desgracia...
Dudard (interrumpiéndolo): No digo que sea un bien. Y no crea que en el fondo tomo partido por los rinocerontes...
(Nuevos ruidos de rinocerontes pasando, esta vez, debajo del marco de la ventana del proscenio).
Berenguer (sobresaltándose): ¡Ahí están de vuelta! ¡Ahí están de vuelta! ¡Ah!, no, nada que hacer, yo no puedo acostumbrarme. Tal vez esté equivocado. Me preocupan tanto a pesar de mí mismo que me impiden dormir. Tengo insomnio. Me adormilo durante el día, cuando estoy muerto de cansancio"
(Ionesco, El Rinoceronte)
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