Hace unos días me vi sorprendido
cuando escribía en el Textilius, habitual tratamiento de textos que tengo en el
IPad, porque tiene una opción que dice “leer” y nunca la había utilizado.
Siempre había creído que sus funciones eran magnificar los tipos de letra para una
mejor lectura o algo similar. Pero no. Pulsé la opción y cuál no es mi sorpresa
cuando oigo una voz femenina haciendo una correctísima lectura de lo que había
escrito. Me puse a enredar y a informarme sobre el hallazgo y vengo a obtener
información de que ya está a nuestra disposición otro tipo de opciones como es
hablar y que quede escrito o hablado, pero no solo en el idioma que uso sino
traducido de forma más que razonable a otros idiomas.
A poco que se implante en el
mercado esta aplicación y que se perfeccione en su desarrollo generará un giro
copernicano en el mundo de la enseñanza de idiomas. Romperá las fronteras que
existen entre los seres humanos con motivo de las diferentes lenguas. Nos
pondremos el pinganillo en la oreja y nos servirá de traductor simultáneo para
cualquier tipo de lengua. Es decir que cuando se vaya a Londres ya no se
correrá el peligro de que en un restaurante pidas un filete de carne y te
pongan un pescado.
A la postre, como ocurre tantas
veces con los avances tecnológicos, pondrá en solfa a un sector del mercado que
ha dedicado su quehacer a la enseñanza de los idiomas. Advertencia esta que no
debe de caer en saco roto para quienes apuestan por esta actividad con la
tranquilidad de pensar que es segura y permanente.