"Pensar en Alemania no me quita el sueño. Pero, tras la reciente reafirmación de su poder en la eurozona, no soy el único que empieza a notar las punzadas del insomnio.
Las humillantes demandas presentadas a Grecia y el estilo en que se hicieron escandaliza a muchos socios y amigos.
La entrevista que dio el ministro Schäuble a la revista Der Spiegel tras el horror de Bruselas fue extraña y preocupante.
Al preguntarle por qué es tan duro con Grecia, explica, según la versión inglesa de la entrevista: “Mi abuela decía que la benevolencia es el preludio del libertinaje”. No me parece bien que la sabiduría popular de la abuela del señor Schäuble sea el hilo del que pende el futuro de Europa.
A la hora de la verdad, lo que importa es qué cosas se pueden hacer. Los economistas dicen muchas tonterías, pero las realidades económicas existen. Hay cosas que son posibles y otras que no. Por ejemplo: Grecia no puede pagar sus deudas.
Una de las mejores virtudes de la República Federal es la capacidad de cambiar las cosas mediante consenso, personificada en la canciller Angela Merkel.
A veces, sin embargo, ese consenso puede ser excesivo, y lo que veo hoy en Alemania es casi un pensamiento único. Antes de que un economista alemán abra la boca, ya se sabe lo que va a decir sobre la eurozona. Las excepciones son muy escasas. Los medios de comunicación compensan esa situación con enérgicas voces llevadas de fuera. El semanario liberal Die Zeit, por ejemplo, publicó una entrevista en la que Thomas Piketty decía que Alemania era “el máximo ejemplo de país que nunca ha pagado sus deudas públicas. Ni tras la I Guerra Mundial ni tras la II Guerra Mundial”. Pero este tipo de provocaciones no basta para acallar el abrumador consenso nacional.
No es que falten pensadores alemanes independientes y de talento, jóvenes y viejos. Es que muchos están o callados y esperando a que amaine la tormenta o viviendo y trabajando en el extranjero. Heinrich Heine vivía en el exilio cuando escribió que pensar en Alemania por la noche le quitaba el sueño. Hoy nadie tiene que irse de Alemania por motivos políticos, desde luego, pero quizá sí por otros más sutiles, sociales y culturales. No tengo ningún deseo de perder a ninguno de mis brillantes colegas y alumnos alemanes, pero creo que a su país no le vendría mal que volvieran unos cuantos, acompañados del correspondiente debate constructivo".
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com project, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su último libro es Los hechos son subversivos.Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
(Resumen del artículo de T G Ash que puede leerse en EL País 30/07/15)
Las humillantes demandas presentadas a Grecia y el estilo en que se hicieron escandaliza a muchos socios y amigos.
La entrevista que dio el ministro Schäuble a la revista Der Spiegel tras el horror de Bruselas fue extraña y preocupante.
Al preguntarle por qué es tan duro con Grecia, explica, según la versión inglesa de la entrevista: “Mi abuela decía que la benevolencia es el preludio del libertinaje”. No me parece bien que la sabiduría popular de la abuela del señor Schäuble sea el hilo del que pende el futuro de Europa.
A la hora de la verdad, lo que importa es qué cosas se pueden hacer. Los economistas dicen muchas tonterías, pero las realidades económicas existen. Hay cosas que son posibles y otras que no. Por ejemplo: Grecia no puede pagar sus deudas.
Una de las mejores virtudes de la República Federal es la capacidad de cambiar las cosas mediante consenso, personificada en la canciller Angela Merkel.
A veces, sin embargo, ese consenso puede ser excesivo, y lo que veo hoy en Alemania es casi un pensamiento único. Antes de que un economista alemán abra la boca, ya se sabe lo que va a decir sobre la eurozona. Las excepciones son muy escasas. Los medios de comunicación compensan esa situación con enérgicas voces llevadas de fuera. El semanario liberal Die Zeit, por ejemplo, publicó una entrevista en la que Thomas Piketty decía que Alemania era “el máximo ejemplo de país que nunca ha pagado sus deudas públicas. Ni tras la I Guerra Mundial ni tras la II Guerra Mundial”. Pero este tipo de provocaciones no basta para acallar el abrumador consenso nacional.
No es que falten pensadores alemanes independientes y de talento, jóvenes y viejos. Es que muchos están o callados y esperando a que amaine la tormenta o viviendo y trabajando en el extranjero. Heinrich Heine vivía en el exilio cuando escribió que pensar en Alemania por la noche le quitaba el sueño. Hoy nadie tiene que irse de Alemania por motivos políticos, desde luego, pero quizá sí por otros más sutiles, sociales y culturales. No tengo ningún deseo de perder a ninguno de mis brillantes colegas y alumnos alemanes, pero creo que a su país no le vendría mal que volvieran unos cuantos, acompañados del correspondiente debate constructivo".
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com project, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su último libro es Los hechos son subversivos.Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
(Resumen del artículo de T G Ash que puede leerse en EL País 30/07/15)
Un comentario a este comentario:
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