jueves, 29 de junio de 2017

Recuerdo la existencia de algunos libros.

Es lo mismo que recomendar, pero suena a más inofensivo y deferente. Son solo cuatro, todos ellos breves, de fácil lectura, comprometidos, divergentes, y no sé cuantas cosas más. Ahí van, sin orden de preferencias. Entre los cuatro es más fácil entender nuestro alrededor, dejando de lado a la política oficial, y a los oficiales de la política. Obvio; son libros políticos, sí; pero de "otra" política, más cercana de la realidad.

RIEFF, David, Elogio del olvido. Las paradojas de la memoria histórica, Penguin Random House Grupo Editorial, S,A.U., Debate, Barcelona, 2017. Elijo una líneas polémicas; pág. 146:

Es evidente que estar desprovisto de memoria es estar desprovisto de un mundo. Tampoco se discute la decisión de los colectivos que quieren recordar a sus propios muertos o exigir el reconocimiento de los sufrimientos causados a quienes los provocaron o se mantuvieron al margen y nada hicieron por impedirlos. Esto sería moralmente tan obtuso como pretender que los individuos o familias traumatizados olviden a sus seres queridos o, en el caso de violencia física o una profunda herida psíquica, continuar encubriendo lo que sucedió antaño y de puertas adentro. Hacerlo sería recomendar una suerte de mutilación moral y psicológica de proporciones trágicas. Por otra parte, el exceso de recuerdo, y a comienzos del siglo XXI, cuando en todo el mundo, pero sobre todo en el norte global, gente está, en palabras de Todorov, "obsesionada con un culto nuevo, el de la memoria", a pesar de los apasionados argumentos a favor de lo contrario de Yerushalmi, el exceso de recuerdo parece haber convertido en un riesgo mucho mayor que el exceso de olvido.

BREGMAN, Rutger, Utopía para realistas. A favor de la renta básica universal, la semana laboral de 15 horas y un mundo sin fronteras, Salamandra, Barcelona, 2017. En este caso puedo elegir muchas páginas; opto por unos datos que son conocidos; pág. 199:

Hoy, el 8% más rico gana la mitad de los ingresos totales del mundo, y el 1% más rico posee más de la mitad de la riqueza. Los mil millones de personas más pobres solo suponen el 1% de todo el consumo; los mil millones más ricos, el 72%. (...) Y solo 62 personas -los más ricos de la Tierra- poseen lo mismo que la mitad más pobre del mundo entero.

TOMBS, Steve y WHYTE, David, La empresa criminal. Por qué las corporaciones deben ser abolidas, Icaria, Barcelona, 2016. Opto por el último párrafo del libro, pág. 170.

Como hemos explicado, la esencia de la corporación es depredadora. violenta, ávida de beneficio y criminal por sistema. Por eso no puede ser domesticada. En nuestra búsqueda de una estrategia radicalmente transformadora y re-humanizadora. debemos perseguir las reformas que atacan y limitan la base legal del poder corporativo y, a la vez, seguir intentado crear las condiciones necesarias para un futuro sin corporaciones.

PETTIFOR, Ann, La producción del dinero. Cómo acabar con el poder d elos bancos, Los libros del Lince, S.L. Barcelona, 2017. Un párrafo de la página 59.

A pesar de los rescates masivos realizados por los bancos centrales con dinero respaldado por los contribuyentes, sostengo que todavía hoy, en 2016, la mayoría de los bancos mundiales siguen siendo insolventes. Las garantías y los respaldos gubernamentales, el dinero barato y la flexibilización cuantitativa, en paralelo con la manipulación de los balances financieros, son lo único que se interpone entre los bancos actuales, "demasiado grandes para caer", y su insolvencia.






3 comentarios:

  1. Gracias, Eduardo, por "recordar la existencia" de estos libros y espero que sigas recordando.

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  2. Gracias, Eduardo. Más difícil es leerlos para lo que somos lentos leyendo.

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  3. Suscribo ambos comentarios precedentes tanto en la parte recordante de su existencia como en la dificultante de sus lecturas puras. Añadiendo si se me permite el envolvente de esencia interesante en la que yo mismo me encuentro involucrado a la par que interesado. Acabo con este modesto deseo: que los maestros lectores no nos olviden nunca a los alumnos oyentes.

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