En general, se acepta con facilidad la necesidad de la razón para que los sentimientos y la sensibilidad encuentren un equilibrio. Menos frecuente y con mayor dificultad, se acepta que la inteligencia y la razón necesiten la sensibilidad para acercarse a la realidad y a la verdad. Hace no demasiado tiempo se ha empezado a hablar de la inteligencia emocional, en un intento de superar esta dualidad.
Después de la historia de nuestro pasado siglo XX, conviene no olvidar que la razón también engendra y ha engendrado monstruos. Un horror tan inimaginable que desbordó todos los límites humanos conocidos hasta entonces.
El tema es complejo y esta entrada es una imperfecta introducción, pero sé que en JubJub hay psicólogos, psiquiatras y filósofos de excelencia que pueden aportar su sabiduría y su experiencia, si lo consideran oportuno. Siempre será un placer su lectura.
Pues resulta que después de mucho agradecer la alusión personal ya no se que más decir. Esto es muy malo para ustedes porque esta frase con frecuencia es preludio de una larga perorata. No será el caso hoy, que me aplicaré el latinajo aquel de 'sustine et abstine' (que los demás no tienen la culpa). Pero bueno, sí, inteligencia y sensibilidad en un 'mix' que cada uno ha de guisar por sí, y pensando —quizá— que 'in medio virtus'. Ya.
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