Cuando a final de curso, en el examen oral, saqué la bolita con el correspondiente número para defender la tesis que me cupo en suerte, me dijo Caffarena que le constaba mi conocimiento sobre el tema, que no me preocupara por la nota y que me animara a exponer libremente mi pensamiento sobre mis inquietudes filosóficas. No me atreví porque a los pocos días dejaba la S.I., posiblemente él no estaba informado. Así que me atuve a explicar la tesis.
Siempre lo he recordado con cariño, habíamos fregado muchas veces los platos juntos y por lo tanto habíamos comido juntos en el segundo turno, y, por supuesto, le he tenido gran consideración y respeto.
Adjunto las Theses ad examen Philosophorum de las que fue protagonista absoluto en Metaphisica, las he guardado desde entonces.
Le recordaré como la gran persona que fue; pilar y fuste de mi aprendizaje de pensamiento y que resumo así:
ResponderEliminar... si mi tendencia profunda es a no desaparecer, esto no puede no ser cierto; de lo contrario no podría vivirme como con sentido. El irresuelto problema abismal del dolor y el mal tampoco puede anular lo anterior. Aunque lo debilita.