domingo, 6 de julio de 2014

Chez Rosalie, Modigliani y mi paisano Corpus Barga...

Hay lugares donde se encuentran y viven artistas, escritores, poetas y personas excepcionales durante un periodo de tiempo. La Residencia de Estudiantes de Madrid es uno de esos lugares, que bien merecería  el comentario de algún  contribuyente, amigo o simpatizante de Jubjub.
Otro de estos lugares es la calle Campagne-Première en el París de los años veinte. 
Una calle pequeña de 33 números que une el Bv. Montparnasse y el Bv. Raspail, a la altura del cementerio de Montparnasse donde se encuentran Baudelaire, Ionesco, Sartre, Simone de Beauvoir, César Vallejo...
En el n° 9  estuvo la Residencia de Artistas que dio origen a la Escuela de París. Allí se reunían Friesz, Giorgio de Chirico, Picasso, Rilke.. En  la misma calle, vivieron Louis Aragon, Eugène Atget, Yves Klein... La fachada del hotel Istría recoge los versos de Aragon a su compañera Elsa:
"Sólo se apaga lo que brilló.
En Campagne-Première
todo era diferente                                                              
cuando tu bajabas del hotel Istría,
en mil novecientos diecinueve
hacia la hora del mediodía"
14e arrt
Rue Campagne-Première
Vue de la rue depuis le boulevard du Montparnasse.
Vue de la rue depuis le boulevard du Montparnasse

En el número tres de la calle, Rosalie abrió su casa de comida.  "Se acabó. No hay más vino y se va a comer este plato de pastas frescas italianas. No puedo permitir que un buen mozo como usted, eche a perder su vida por el vino". Modigliani se enfadaba, gritaba, daba un portazo y volvía con un dibujo al día siguiente, dos días después o una semana más tarde y Rosalie guardaba su dibujo como un tesoro.
En Chez Rosalie, comía también con otros españoles mi paisano Corpus Barga. Allí descubrió al hombre libre que no pudo encontrar en Madrid. "Para ser un hombre libre en el París de aquella época no hacía falta nada más que una cosa tan sencilla como difícil: serlo. El hombre que no quería someterse a las convenciones, ni siquiera a las normas sociales, el hombre que sólo quería contar consigo mismo, por escasos que fuesen sus medios materiales o por modesto que fuese su oficio. Este hombre constituía el público inteligente y vigilante, es decir exigente, insobornable que mantenía el alto nivel en todas las producciones del espíritu". 
 Esos hombres, insobornables y libres, hicieron posible la creación del París de los años veinte, en la pequeña calle Campagne-Première.


2 comentarios:

  1. Muy buena glosa de geografía histórica. ¡Qué tiempos! Algunos aún nos acogimos al final de toda esa traca. ¿Lo hemos olvidado?

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  2. Colegas, amigos nuestros todos y todas:

    Este Blog-Pizarra de colegio adulto —esto último bastante testimoniado ya— me resulta un monumento lúdico al realismo inteligente y a las ecuaciones de 2º grado. Los que en él se arriesgan no son tontos. Como cheroqui.

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