sábado, 7 de octubre de 2017

Con Jaime Gil de Biedma



Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
¿la absolución final de nuestra historia?

Nuestra famosa inmemorial pobreza,
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.
.
Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia,
son hombres quienes han vendido al hombre,
los que han convertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea del hombre el dueño de su historia.

5 comentarios:

  1. Un fragmento escrito al parecer en su última etapa, nihilista, por este gran poeta. Quizá desactualizado hoy. Hay pobreza y demasiados políticos largos en decillas y cortos en faciellas, en efecto, pero los parámetros son muy otros, incomparables con aquellos primeros setenta del siglo pasado.

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    1. Desactualizado y con parámetros muy diferentes a los primeros setenta, sin duda. Pero "los demonios" siguen ahí. El sentimiento de impotencia y, a veces, de desesperación también.
      La fuerza poética de Gil de Biedma se mantiene, para mí, a pesar del tiempo.

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    3. Quien no perciba esa fuerza poética tendría la caja de la sensibilidad hecha de arcilla y el cerebro envuelto en papel de estraza. Claro que hay un importante retén de demonios en España, algunos viejos conocidos. Pero otros, como el desconcierto ante una nueva era o la frustración de los trabajadores bien preparados (antes clase media) estrenan plaza. Me parece.

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    4. Bien servidos vamos entre los demonios de cada uno y los demonios colectivos.
      El arte y la poesía ayudan a expulsar todos los demonios y a seguir respirando a un ritmo humano, sin convertirse en un canalla, en este tiempo donde, a la fuerza, quieren obligarnos a entrar en uno de los bandos tan artificialmente creados.
      El grito de Gil de Biedma, en primera persona, tiene hoy una fuerza que me ayuda a resistir como un ciudadano libre, frente a tantos himnos y banderas:

      "Pido que España expulse a esos demonios.
      Que la pobreza suba hasta el gobierno.
      Que sea el hombre el dueño de su historia"


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