Nacionalismo y patriotismo.
El factor “anti” es una de las
diferencias principales que existen entre el patriotismo y el nacionalismo. El
primero puede existir por sí mismo y el segundo necesita de un enemigo, y si no
lo tiene, lo fabrica. Se confunden habitualmente el uno y el otro, pero no
pueden ser más distintos. El primero es un
amor generoso y sin posesión, mientras que el segundo le dice al objeto
de su amor “eres mía o de nadie; de ahora en adelante, yo decidiré cómo tienes
que ser y lo que te conviene”. El nacionalismo es enemigo siempre de la
diversidad y confunde intencionadamente diferencias de opinión con traición.
Hay un último rasgo que los distingue. El nacionalismo suele servir de
trampolín a un grupo que por medio de él consigue riqueza y engrandecimiento
social, mientras que el patriotismo no reporta beneficios, sino más bien
disgustos y esfuerzo. El uno es victimista por naturaleza y fabrica enemigos;
el otro se muestra en sus sacrificios. Aunque suele ir el lobo disfrazado de
cordero, estos tres rasgos suelen ser suficientes para diferenciarlos: el
enemigo creado, la posesión y el provecho. El nacionalismo es una enfermedad
que, como las tercianas, reaparece una y otra vez en Europa. A ella se debe la
mayor parte de las desgracias. La hispanofobia forma parte indisoluble de una
buena parte de los nacionalismos europeos.
(Texto transcrito de ROCA BAREA, María Elvira, Imperiofobia y leyenda
negra, Siruela, Madrid, abril 2017, 8ª edición, págs. 225-226.
La primera edición es de octubre de 2016. Es un libro polémico que, en
casi en cada página, aporta datos que revuelven la historia que nos han
contado).
Más claro, el agua. Gracias Edu, tu vicio-VIRTUD de leer nos ilumina de continuo a los que hace tiempo que colgamos los libros (y así nos va).
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