No se me ocurre ningún comentario. Me encantaría, y me da rabia no poder, tener el poder de arreglar la vida al 30% que vive como Carmen o peor aún. Ya sé que es un sueño...
Está muy bien pero quizá no debiéramos torturarnos. En realidad el problema de Carmen G no es la pensión que ingresa por el marido, con bronquitis crónica y que lleva 25 años prejubilado (‘con la pensión de mi marido viviríamos bien los dos’) sino el paro de los hijos. Eso me parece, y la idiosincrasia de familia=clan=tribu muy nacional, muy ‘nuestra’.
El reportaje de El País muestra una familia matriarcal y ello enlaza con reivindicaciones del feminismo moderno: denuncia de y pedagogía a mujeres mayores que perpetúan estándares de gallina clueca enseñadas a acoger, servir, bregar con la casa y amparar a varias generaciones de descendientes. Con sus allegados/as. Y además obteniendo de ello su buena dosis de vida y felicidad (… se carcajea porque "la vida es así y hay que tomársela a risa"). Hijos pateradictos y nietos abuelodependientes.
Todo esto es muy delicado y complejo. Hay casos y casos, seguro, pero las pensiones tampoco son carpas de acogida de la Cruz Roja. No somos quién para juzgar pero chirrían el trabajo en negro, los paquetes de tabaco, la Pepsi, la Play, etc. Y resulta discordante leer en el mismo diario y ese día que para mantener las pensiones Europa necesita millones de emigrantes, pues ¿a qué se van a dedicar —si es que quieren, que debo suponer que sí aunque a veces tengo mis dudas— los hijos de Carmen?, ¿a qué juega la dirección de El País y de qué van nuestras autoridades políticas elegidas con nuestros votos?
Demasiadas preguntas para tan poco Comentario. Buenas noches.
He conocido, por suerte para mí, a no pocas mujeres como Carmen. Entrañables y admirables. Ellas han conseguido mantener la posibilidad y la alegría de vivir en situaciones extremas. Dicho lo dicho,las soluciones a nuestra sociedad no pueden y no deben venir de vidas admirables como la de Carmen. Vendrán, si vienen, de un nuevo pacto social que renueve y mejore el estado de bienestar europeo y español. Para conseguir este objetivo, se necesita una mayoría de ciudadanos con poder político para defender el interés general. Desgraciadamente, la última crisis ha puesto de manifiesto la debilidad de los ciudadanos y de su representación política. No será fácil cambiar esta debilidad frente a las élites económicas y financieras, pero la necesidad y urgencia del cambio parece evidente.
Entrañables y admirables. Sí que lo son. Tú y todos nosotros, creo, las hemos tratado y han sido un bálsamo fantástico en muchas ocasiones de nuestra vida.
No se me ocurre ningún comentario. Me encantaría, y me da rabia no poder, tener el poder de arreglar la vida al 30% que vive como Carmen o peor aún. Ya sé que es un sueño...
ResponderEliminarEstá muy bien pero quizá no debiéramos torturarnos. En realidad el problema de Carmen G no es la pensión que ingresa por el marido, con bronquitis crónica y que lleva 25 años prejubilado (‘con la pensión de mi marido viviríamos bien los dos’) sino el paro de los hijos. Eso me parece, y la idiosincrasia de familia=clan=tribu muy nacional, muy ‘nuestra’.
EliminarEl reportaje de El País muestra una familia matriarcal y ello enlaza con reivindicaciones del feminismo moderno: denuncia de y pedagogía a mujeres mayores que perpetúan estándares de gallina clueca enseñadas a acoger, servir, bregar con la casa y amparar a varias generaciones de descendientes. Con sus allegados/as. Y además obteniendo de ello su buena dosis de vida y felicidad (… se carcajea porque "la vida es así y hay que tomársela a risa"). Hijos pateradictos y nietos abuelodependientes.
Todo esto es muy delicado y complejo. Hay casos y casos, seguro, pero las pensiones tampoco son carpas de acogida de la Cruz Roja. No somos quién para juzgar pero chirrían el trabajo en negro, los paquetes de tabaco, la Pepsi, la Play, etc. Y resulta discordante leer en el mismo diario y ese día que para mantener las pensiones Europa necesita millones de emigrantes, pues ¿a qué se van a dedicar —si es que quieren, que debo suponer que sí aunque a veces tengo mis dudas— los hijos de Carmen?, ¿a qué juega la dirección de El País y de qué van nuestras autoridades políticas elegidas con nuestros votos?
Demasiadas preguntas para tan poco Comentario. Buenas noches.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHe conocido, por suerte para mí, a no pocas mujeres como Carmen. Entrañables y admirables. Ellas han conseguido mantener la posibilidad y la alegría de vivir en situaciones extremas.
ResponderEliminarDicho lo dicho,las soluciones a nuestra sociedad no pueden y no deben venir de vidas admirables como la de Carmen. Vendrán, si vienen, de un nuevo pacto social que renueve y mejore el estado de bienestar europeo y español. Para conseguir este objetivo, se necesita una mayoría de ciudadanos con poder político para defender el interés general. Desgraciadamente, la última crisis ha puesto de manifiesto la debilidad de los ciudadanos y de su representación política.
No será fácil cambiar esta debilidad frente a las élites económicas y financieras, pero la necesidad y urgencia del cambio parece evidente.
Entrañables y admirables. Sí que lo son. Tú y todos nosotros, creo, las hemos tratado y han sido un bálsamo fantástico en muchas ocasiones de nuestra vida.
EliminarEn todo lo demás, también muy de acuerdo contigo.