domingo, 31 de julio de 2011

Το ευαγγέλιο του Luke το 2011


Jesús,profeta indignado
Equipo Atrio,16-Julio-2011
Dice el autor Miguel Ángel Mesa Bouzas: “Voy a intentartrazar unas líneas básicas sobre la indignación profética que mantuvo Jesús ensu vida, ante las autoridades políticas y religiosas de su época, realizandouna transposición a nues­tros días, en concreto, al movimiento 15M y atodo lo que significa e implica. He decidido realizar esta actualizaciónpidiendo permiso a Lucas, y me ha dicho que como el evangelio no tiene copyright, podría hacer lo que creyeramás conveniente, con tal de difundir la buena noticia de Jesús. Se trata de unaparáfrasis libre, que a veces exagera el carácter profético del 15M. Pero valela pena leerlo aprovechando el descanso de las vacaciones”.

EVANGELIODE LUCAS (Mayo-Junio del año 2011).
Últimas noticias del PalestinaNews: “Las nuevas generaciones, indignadas y superan­do su apatía, hanrealizado grandes acampadas, gestos ante la sociedad y manifestacio­nes. Se hanmostrado creativos y no violentos, pidiendo que dejen su poder los que seenriquecen y corrompen a costa del pueblo, y que se origine una nueva políticademo­crática y económica que privilegie a los más débiles, a los excluidos, alos inmigrantes, para que puedan vivir con dignidad y que a los más ricos seles aumenten los impuestos para un mejor reparto y más justicia social(Lc 1,50-53).

Las madres y los padres lesdecían a los jóvenes: “Tened cuidado, estamos preocupa­dos por si os dispersala policía, ya son muchos días los que lleváis en la plaza, y están a la vueltade la esquina los exámenes finales”. Pero ellos y ellas les contestaban:“Gracias por vuestros consejos, pero ahora me debo a esta causa tan justa,vosotros estuvisteis hace años en la acampada del 0,7, ahora nos toca a nosotros luchar por  nuestro futuro y elde toda la humanidad”. Y sus padres les entendieron, pero les costaba admitirlo(Lc 2,48-50).
Y Dios envió su Espíritu sobretodos ellos en sus acampadas, en sus asambleas, en sus gestos proféticos. Y escribióen una gran pancarta de Sol este texto: “Estos son mis hijas e hijos queridos,mis predilectos. Atended sus justas demandas” (Lc 3,22).
Y les dijeron a la clasepolítica y a las autoridades que les pedían cordura: “No solo de promesas viveel pueblo. La gente no solo se alimenta de pan, sino de belleza y de una seguraesperanza en su futuro, para ellos, sus hijos y las siguientes generaciones. Noaceptaremos más vuestras mentiras, ni vuestros sueldos escandalosos, ni lamerma de nuestros derechos. No nos tentéis más con palabras vacías, soloconfiamos en nuestra decidida voluntad de cambio y participación por un mundomejor y posible”. Y se aleja­ron de nuevo a los despachos de sus partidos y asus juntas de gobierno (Lc 4,1-13).
Desenrollaron suspancartas y las colocaron bien a la vista. En ellas se podía leer: “La verdadestá con nosotros, y lo sabéis”. “Nos hemos reunido porque nos queréis privardel futuro”. “No permitiremos que nos despojéis de nuestros derechos sociales ylaborales, o a la falta de vivienda”. “Liberad a quienes luchan por estas reivindicacionesjustas”. “Hemos visto la opresión de nuestro pueblo y hemos salido a las plazaspara denunciar­lo”. “No pagaremos la deuda que han contraído los grandes bancosy los organismos finan­cieros” (Lc 4,18-19).
Se reunieron en asamblea ydecidieron extender sus acampadas por todo el ámbito nacional. Y no solo fueasí, sino que se propagó más allá de nuestras fronteras el grito de losindignados del mundo (Lc 4,43).
Jesús les dijo: “Levantaos,salid de vuestras casas, reclamad vuestros derechos y tomad las plazas y lascalles”.
Los dirigentes de lospartidos, los jueces y las jerarquías religiosas les dijeron estupefac­tos: “¿Porqué invadís nuestras plazas? ¿No veis que ahuyentáis al turismo y disminuís lasganancias de los negocios de la gente decente? Además, la mayoría de los queestáis sois ácratas y perroflautas que habeis encontrado un lugar para pasárosloen grande. Termi­naréis mal con esas malas compañías. Vais contra el poderconstituido legalmente, no tenéis ningún futuro”.
Pero Jesús les contestó:“Efectivamente, aquí no están los instalados, los poderosos, quienes prefierenmantener el statu quo para no perder sus privilegios. Aquí está la gen­te queno tiene nada, a quienes les han arrebatado el futuro, y un pueblo sin esperanzaestá como muerto. Han empezado a soñar despiertos y nadie les arrebatará suilusión y su empeño. Ha empezado a brotar la primavera, ¿no la sentís? Ellos yellas tienen fe en sí mismos, y por eso creen y trabajan por otros ideales, poruna sociedad nueva. Por eso estoy tan feliz de que por fin hayan despertado detan prolongado letargo”. Y mucha de la gente que tenía la mente abierta y el corazónesponjado para detectar los signos de los tiempos, pensaba para sí y se lo comunicabaa sus allegados, vecinos y compañeros de trabajo: “Hoy, por fin, hemos vistocosas maravillosas” (Lc 5,24-32).
Los dirigentes de los partidosy los guardianes del orden lo intentaron por otros derro­teros: “¿No tienen suficientecon la democracia que tenemos? Hay cauces de participa­ción. Nuestro sistemapolítico funciona, fuera de él solo existe la anarquía y el vacío. O democraciao dictadura. Razonad y volved a los cauces establecidos”. Pero Jesús lesrespondió de nuevo: “Un traje que ya está viejo y desgarrado no se puederemendar, pues si se intentara se destrozaría aún más. No es aconsejable echarnuevos remiendos, se necesita otra nueva sociedad. Para conseguir un mundomejor se necesi­tan nuevos cauces, creativos, audaces” (Lc 5,33-39).
Jesús seguía acampado en Solentre una multitud de jóvenes y personas de todas las edades. Los jóvenes seorganizaban, hacían asambleas y se definían como un movimien­to pacífico paracambiar la sociedad. Ponían pancartas en todos los rincones de la plaza, en lasque reflejaban sus sueños, sus ideales, su indignación y sus propuestas. Entonces se le acercaron de nuevo los representantes del poder constituido y ledijeron: “Parece mentira que te unas a estos ‘indignados’ y tú no te indignesal ver cómo están dejando esta plaza, que parece un basurero, somos elhazmerreír del mundo, diles que detengan esta insurrección y desalojen laplaza. Si no lo hacen, ordenaremos que la po­licía les desaloje. Será vuestrala responsabilidad de lo que ocurra si no obedecéis”. Y, de nuevo, Jesús lesrespondió: “Hace solo unos días os preguntabais que por qué no se levantabanlos jóvenes, los parados, los inmigrantes. Ahora que lo han hecho y, como veis,de una forma ejemplar y pacífica, les recrimináis su actuación. Ellos y ellasson el pueblo, y el pueblo es libre de manifestar su indignación, y no hayforma mejor que como lo han hecho. Sabed que el espíritu de Dios está muypresente en esta plaza y en los jóvenes que les imitan en otros lugares. Nadiepodrá detener esta avalancha de ciudadanía consciente”. Y ellos discutían yplanificaban la mejor forma para desacreditarlos, desinformando, manipulando,mintiendo, buscando fórmulas legales para dispersarlos (Lc 6,1-11).
Los medios de comunicacióninsistían en hablar con los dirigentes, con las cabezas visibles, con losorganizadores, pero siempre quedaban desconcertados, pues los jóve­nes lesrespondían: “Entre nosotros no hay líderes, ni dirigentes, todo se decide asam­bleariamente,lo único que podemos ofreceros son portavoces para que os comuniquen lo quevaya decidiendo la mayoría” (Lc 6,12-16).
En la manifestación del 15 deMayo ya se sentía que vibraba algo especial, que no era igual a ninguna de lasanteriores. Pero la acampada de Sol fue como el disparo de salida, y enseguidasurtió el contagio, en Barcelona, Sevilla, Oviedo, Zaragoza … y en otras muchasciudades del mundo. La indignación mundial salió de las catacumbas para lle­narlas plazas y mostrar su firme desacuerdo con la forma tan inhumana yantiecológica que mostraban los dirigentes de las naciones de gobernar y deafrontar la crisis creada por los grandes bancos y las entidades financieras(Lc 6,17-19).
Una tarde, en una asamblea quese hizo sobre espiritualidad, antes de que acabara, Je­sús pidió la palabra, sela dieron y en medio de un gran silencio, con el corazón inunda­do de gozo,exclamó:
Felices quienes no se sienten identificados con el mundo en el queviven y se esfuerzan por transformarlo.
Felicesquienes en su corazón y en su cotidianidad no secundan las razones egoístas delcapitalismo, pues sus prácticas llevan a la miseria, la exclusión y la muerte alas mayo­rías empobrecidas.
Felicesquienes se alejan de los poderosos del mundo y se sienten cercanos a los másdébiles y marginados, a todos los que se unen a sus causas justas.
Felicesquienes reflexionan y discuten las causas de la injusticia imperante en elmundo actual, y se esfuerzan por crear alternativas.
Felicesquienes mantienen un corazón joven y abandonan el envejecido discurso delneoliberalismo.
Felices quienes luchan pacíficamente, pero con determinación, por crearun mundo me­jor y posible.
Felicesquienes no aceptan fronteras y se mueven de un país a otro, enriqueciéndose conlas distintas costumbres y culturas de los pueblos.
Felices quienesno desean solo los cambios políticos y económicos, sino que trabajan por otrasformas de relación, de humanidad, de fraternidad, desde un profundo espíritu deamistad y concordia” (Lc 6,20-23).
Y les siguió diciendo: “Noodiéis a quienes os denigran y persiguen. El odio enturbia y carcome elcorazón. Respetad a quienes muestran su desacuerdo con vosotros, pero manteneosfirmes en vuestros compromisos por un mundo nuevo. Si desinforman sobre lo quepasa aquí, sed creativos para rebatir la mentira y dejadlos con el culo alaire. Tra­tad a los demás como queréis que os traten a vosotros. Si hacéis lomismo que hacen ellos y respondéis de la misma forma, ¿no os convertís vosotrosen lo mismo que de­nunciáis? Sigamos como hasta ahora, actuando audaz, creativay pacíficamente. A quie­nes entre vosotros sois creyentes como yo, os digo:Seamos misericordiosos, como nuestro buen Dios es misericordioso y compasivocon los más débiles y excluidos de nuestra sociedad y nuestro mundo” (Lc6-27-36).
¿Acaso puede un ciego guiar aotro ciego? Abramos los ojos y ayudemos a que otros los abran. Es la única formade salir adelante todos juntos, para ir creando unidos, en red, otro mundomejor y, como estamos viendo, posible.  Ha llegado el momento de destaparlas injusticias, que salgan a la luz todos los embus­tes, los manejos de lasaltas dirigencias políticas y económicas, la opresión que se co­mete contra lasnaciones más empobrecidas. Wikileaksha sido quizá el comienzo de este destape a nivel mundial. Sigamos nosotros, enla medida que podamos, con la gente cercana y a la que podamos llegar connuestra información alternativa. E intentemos no caer nosotros en las mismasredes con las que intentarán atraparnos (Lc 6,39-42).
Según lo que sembremos, esocosecharemos. Si plantamos en los huertos ecológicos que estamos creando buenassemillas, nos darán buenos frutos. Si nuestro corazón com­parte paz, verdad yjusticia, eso mismo conseguiremos. Si queremos que todo lo que estamos creandocontinúe y dé fruto, debemos pensarlo bien, dialogar entre todos para conseguirel máximo consenso, actuar en consecuencia y tratar de conquistar la simpatíade la gente y del mundo, para que cada vez seamos más y así nos tengan queescuchar a la fuerza. Por lo tanto, reforcemos nuestros cimientos, noconstruyamos sobre arena, sino sobre roca firme. Sabemos que la verdad brillacada noche en todas las plazas, no permitamos que se nos escape como agua entrelos dedos (Lc 6-43-49).
Llegaba cada vez másgente de todas las clases sociales, jóvenes sobre todo, pero tam­bién personasmaduras y mayores. Y les decían con emoción y, a veces, con lágrimas en losojos: “Hace mucho, mucho tiempo que estamos esperando algo como lo que habéispuesto en marcha. ¡Ánimo muchachos y muchachas! No os desaniméis y seguid adelan­te,os apoyamos e intentaremos en lo posible participar en las acciones que propongáis”. Y ellos y ellas les contestaban: “Vosotros mismos podéis comprobar lo que estápasan­do aquí y en otras muchas ciudades: muchas personas recobran la ilusión,empiezan a ver que otro mundo es posible si nos comprometemos, estamosrealizando acciones que tienen repercusión local, nacional e inclusointernacional, resucita la esperanza en mu­chos corazones decaídos. Losinmigrantes, los parados, los desmoralizados empiezan a ver una nueva luz, puesles estamos proponiendo una buena noticia que se puede llevar a cabo. Lossueños se están cumpliendo en cada paso que damos” (Lc 7,18-23).
Jesús pidió la palabra de nuevoy dijo, cuando alguien comentó que en esa plaza solo había jóvenes sucios, singanas de trabajar, hippies trasnochados: “¿Qué habéis venido a ver a estaplaza, las apariencias marcadas por vuestros prejuicios? Yo os digo que aquíhay jóvenes y personas mayores de todas las extracciones sociales, de todas lastribus urbanas, de distintas formas de pensar, de varias ideologías, dedistintos gustos y estéti­cas. Lo que sí puedo decir en voz alta es que son losnuevos profetas de un mundo nue­vo. Lo mejor que ha brotado en esta sociedaddesde hace muchos años. Son jóvenes que han acampado en esta plaza, quedialogan, que se encuentran en pro­fundidad en un clima de amistad yfraternidad, denuncian y proponen alternativas, y también cantan ybailan.  La nuestra es una generación muy triste que les quiere impedirque tengan esperanza en su futuro. Por eso es tan hermoso que demuestren suindignación, sin que eso les prive de demostrarlo con la música y la danza desus jóvenes vidas. Están demostrando más cordura y sabiduría que miles depersonas que se consideran gente de bien y de orden (Lc 7,24-35).
Había una gran mayoríade mujeres entre la gente reunida en las plazas de las distintas ciudades. Ycrearon grupos que discutían en asambleas los problemas de la mujer en lasociedad actual y en el mundo. Porque una nueva sociedad no se puede dar a luzal mar­gen o de espaldas a las mujeres. Y Jesús se unía a sus debates, hablabay reía, comía, cantaba y bailaba con ellas. Se sentía profundamente feliz a sulado. Junto a ellas iba descubriendo una nueva forma de entender la vida, unaparte esencial que se había ocultado durante toda la historia sobre su buenDios. Y, desde entonces, decidió llamar­le más que Padre, sobre todo Madre (Lc8,1-3).
Jesús se salía de gozo, porquese estaban revelando las claves de ese otro mundo posi­ble en medio de lasasambleas y de las propuestas de la gente.  Y a quienes les pedían lasconclusiones para sacarlas en los informativos, se las tenían que explicarcuidadosamente, muchas veces por medio de imágenes, para que las com­prendieran,pues eran incapaces de entender las decisiones que tomaban. Jesús les co­mentó:“Habrá gente que escuche nuestras proposiciones y las consideren utópicas, fue­rade la realidad, imposibles de conseguir. Otros las escucharán con alegría, perolas preocupaciones, el trabajo, las ocupaciones diarias hará que no lassecunden. Por fin, habrá personas que, como en tierra buena, fructificarán ydarán una buena y abundante cosecha” (Lc 8,11-15).
“Aquí no hay secretos como enlas reuniones del gobierno, no hay nada oculto, todo sale a la luz. Lo únicoque mantenemos por un tiempo de forma confidencial, son algu­nas de lasacciones que emprendemos, para que sean más impactantes y eficaces. Todo sedebe comunicar por los altavoces, para que todo el mundo nos escuche y el quequie­ra entender, que entienda”. Llegaron una tarde a verle su familia y ledijeron: “Jesús, ¿no crees que ya es hora de que vuelvas a casa, que comas connosotros y duermas un poco mejor algún día en tu cama? No te vemos casi nadadesde hace semanas”. Y Jesús les respondió: “Gracias, en cuanto pueda iré, noos preocupéis. Yo os quiero un montón, pero es que he encontrado en esta plazauna nueva familia, que estoy empezan­do a conocer y con la que estamos poniendoen práctica el mundo nuevo del que tanto hemos hablado, el que tanto anhelamos”(Lc 8,16-21).
Una tarde, hablando deldecrecimiento, Jesús solicitó la palabra y dijo: “Yo creo que si seguimos asíen este mundo del despilfarro, del consumo egoísta, de la búsqueda del máximobeneficio inmediato al menor precio, debemos cambiar la forma de vida, te­niendoen cuenta que los recursos de nuestra tierra son limitados. Tenemos que consu­miry trabajar lo justo para disfrutar una vida de calidad en lugar de tenercalidad de vida; tenemos que bien vivir, en lugar de vivir bien, tenemos quepensar en los millones de personas de nuestro mundo que viven con menos deun  dólar al día, tenemos que pensar en nuestro planeta como madre, dejandode explotarlo sin misericordia. En defi­nitiva, tenemos que decrecer para queotros crezcan, autolimitarnos, vivir más sencilla­mente para que otros puedansencillamente vivir. Debemos convencer a los demás para crear una civilizaciónde la austeridad compartida, poseyendo menos cosas, para poder vivir felices viendocómo los demás empiezan a vivir con dignidad. Será una labor ar­dua, difícil,políticamente incorrecta, pero es la única forma de que la especie humanaperdure en la madre Tierra, e interrumpir así la catástrofe que cada día seavecina con más rapidez (Lc 9,3-6).
Solo si compartimos lo queposeemos habrá futuro. Ya lo estamos viendo aquí. El primer día no teníamos nada,pero nuestro ejemplo ha conseguido que centenares de personas nos traiganbocadillos y fruta, que los bares de alrededor nos acerquen comida. El milagrose puede dar, si cada persona aporta de lo que tiene para que otros puedancomer y empezar a vivir como seres humanos. Debemos sacar de nuestro interiorlo mejor que tenemos como seres humanos. Entonces incluso sobrará y habrá paratodos (Lc 9,9-17).
Algunos decían que sin unlíder, sin un programa, sin que el movimiento se transfor­mara en partidopolítico, para tener verdadera influencia, no se podría conseguir nada.
Jesús pidió de nuevo la palabray dijo: “Todas las personas que estamos aquí somos líderes. Cada joven queacampa en esta plaza es tan importante como el que tiene a su lado. Los niños yniñas pequeñas que están en la guardería que hemos creado, está reci­biendo unaenseñanza que jamás podrá olvidar y que puede dar fruto cuando sean adul­tos.El más importante es el que más se da, sin pedir nada a cambio, quien opta porno figurar. Está en un ordenador pasando información, preparando café,recogiendo des­perdicios, aportando en la asamblea, participando en diversasacciones … El más impor­tante es el más humilde” (Lc 9-46-48).
Una chica se levantó y comentó:“Hay muchas personas que dan opiniones sobre noso­tros y se creen portavocesdel movimiento. Yo creo que habría que impedírselo para que haya una sola voz,la que decidamos nosotros y nosotras, ante los medios”. Jesús le respondió: “Sihablan bien de nosotros, si nos echan un cable, si difunden con objetividad loque está pasando aquí, no creo que debamos impedírselo. Quien no está contranosotros se muestra a favor nuestro” (Lc 9,49-50).
Alguien más pidió lapalabra: “Está muy bien todo lo que decís, pero yo creo que al igual quevivimos en una sociedad violenta, que nos responden con violencia (ya habéisvisto los vídeos de la represión en la plaza de Cataluña), nosotros debemosemplear la violencia para tener más contundencia y así poder conseguir nuestrosobjetivos”. Jesús le dijo: “Si algo nos caracteriza y ha producido un impacto positivo en la socie­dad, en el gobierno y en la policía, ha sidonuestra actuación pacífica, nuestra apuesta por lograr lo que deseamos conmétodos no-violentos. La violencia engendra violencia. Sigamos así, somos unejemplo para todo el mundo” (Lc 9,51-55).
“Nos parece que somos muchoscuando vemos la plaza llena y cómo va cundiendo el ejemplo en otras ciudadesdel mundo. Pero somos un pequeño grano de arena entre la población mundial.Sigamos así, sin grandes medios, practicando la no-violencia en un mundo muyviolento, ofrezcamos lo que sabemos y tenemos, pues ese otro mundo posi­ble queanhelamos está ya en medio de nosotros” (Lc 10,2-9).
Un portavoz de la comisión deinformación dijo con inmensa alegría: “Nuestro ejem­plo está extendiéndose enmultitud de lugares, estamos en las portadas de los periódicos y de lostelediarios, hay decenas de medios de comunicación y programas dedicados porentero a nuestro movimiento, es sensacional, yo no me esperaba ni por asomo unare­percusión así”. Jesús dijo: “Yo también estoy asombrado, es algo increíble.Es el resultado del esfuerzo de cada uno de nosotros y nosotras. Hemos entradoa formar parte de la historia. Nues­tro mayo tendrá tanta o más repercusión queel mayo francés del 68” (Lc 10,17-20).
“Yo quiero daros públicamentelas gracias a cada uno de vosotros y vosotras, estoy muy feliz por haber podidovivir este momento, como también dijo hace unos días nues­tro joven amigo JoséLuis Sampedro. Este momento de profundo gozo no me lo han proporcionado lossabios del mundo, los poderosos, los entendidos de política nacional einternacional o los brokers de laBolsa, sino la gente sencilla, los de corazón abierto al cambio de mentalidad yde vida. Muchos de los que han luchado por la libertad y la justicia handeseado ver lo que vosotros estáis viendo y viviendo hoy y no lo han logra­do.Tengamos un recuerdo agradecido hacia ellos y ellas. Os doy las gracias, yperdonad estas lágrimas, pues estoy profundamente emocionado” (Lc 10,21-24).
Una persona de más edad que elresto alzó la mano, le concedieron el turno de palabra y les manifestó: “Mivida ha sido en los últimos un permanente estrés, el trabajo, la fa­milia, loscompromisos solidarios … No tenía ni tiempo para comunicarme con mi mu­jer.Entre vosotros y vosotras he encontrado sentido a ‘perder el tiempo’ en estasasam­bleas, a no impacientarme, a pasar horas hasta alcanzar el consenso entretodos. Me habéis enseñado a encontrar lo verdaderamente importante y necesario.Y no voy a con­sentir que nadie ni nada me arrebate este hermosodescubrimiento” (Lc 10,38-42).
En el taller deespiritualidad, viendo cómo se expresaba Jesús y vivía entre ellos, le comentóuna chica joven: “Sabes que muchos de nosotros no somos creyentes, en parte desdeuna profunda reflexión personal, y por otro lado por el mal ejemplo y lasposicio­nes políticas y morales que toman las jerarquías religiosas de nuestropaís y de todo el mundo. Pero nosotros y nosotras intentamos vivir conespiritualidad, que es inherente a cualquier ser humano, que empapa todanuestra vida. Tú, ¿oras a tu Dios? ¿Nos puedes decir cómo rezas?. Y Jesús lesrespondió: “Estoy de acuerdo plenamente con todas y cada una de tus pala­bras.La espiritualidad es algo propio de cada persona, desde el principio de lahumani­dad. Esa espiritualidad, esa mística, es necesario aflorarla, para queempape todas nues­tras actitudes vitales. Pero, en esta sociedad materialista,consumista y egoísta que nos impone el neoliberalismo, debemos alimentarla o semantendrá oculta y no florecerá ni dará sus frutos. Yo la alimento contemplandoy dejándome impactar por todo lo que sucede a mi alre­dedor, por el sufrimiento,la alegría y las esperanzas de quienes me rodean, en especial por las víctimasdel sistema. En ellas se manifiesta el dolor y el compromiso de Dios por suliberación, que está en buena parte en nuestras manos. Pero también busco mo­mentospara hablar y comunicarme con su Misterio que está muy dentro de mí, y a la vezme trasciende. Sencillamente, como un amigo lo haría con su amiga”.
La joven le pidió intrigada:“Si no te importa y no te da vergüenza, ¿cómo hablarías en este momento con Élo Ella, pues Dios, si existe, no tiene género?”. Jesús se recogió un momento ensilencio y, mirándola a los ojos, dijo desde su más pro­funda intimidad: “Padrey Madre nuestra, de los congregados en esta plaza y de toda la humanidad, túeres el buen Dios al que se te puede invocar con todos los nombres,  desdetodas las culturas, ideas y religiones. Te pedimos hoy y aquí, que nos desfuerzas para seguir construyendo ese otro mundo posible que deseas para todoslos seres humanos y para la madre Tierra. Que sepamos vivir con sencillez, paraque otros puedan sencillamente vivir,  que compartamos lo que somos ytenemos,  para que los empobrecidos se sientan personas y puedan vivir condignidad. Perdona nuestro egoísmo y nuestra falta de compromiso, y queaprendamos a perdonar, pues el perdón nos humaniza y libera profundamente. Nopermitas que caigamos en la seducción del desaliento, de la apatía, y que nosesforcemos por devolver la esperanza a los desilusionados  de este mundo,de esta vida que, tantas veces, se nos hace tan cuesta arriba”. Calló entoncesJesús y la chica que le había preguntado le dirigió una mirada llena de cariñoy de profundo agradecimiento (Lc 11,1-4).
Se acercó una anciana adondeestaban reunidos y sin esperar a que le dieran la palabra, dijo llena deemoción: “Muchas gracias, queridos jóvenes, me habéis dado la alegría de mivida. Después de lo que habéis conseguido sé que puedo morir en paz. La vida haadquirido a mis años un nuevo sentido”. Jesús se levantó, la abrazó y le dijo:“Personas como tú nos dan ánimo y esperanza. Nos ayudáis a continuar para poneren práctica lo que estamos compartiendo y dialogando entre todos y todas. Estaes la verdadera comunidad fraterna y humana. Hoy, para mí, adquirimos la auténticaimagen de los hijos e hijas queridos por Dios” (Lc 11,27-28).
“No nos preocupemos por lo quevayamos a comer hoy, pues el almacén de los ali­mentos está lleno, gracias a lasolidaridad de la gente. No nos impacientemos por con­seguir nuestros propósitosen breve, nuestros pasos deben ser firmes, pero con una vi­sión a mediano o alargo plazo, conquistando la simpatía de quienes tengamos a nuestro alrededor.No nos desasoseguemos si hay muchas personas que no nos entienden en un primermomento, expliquemos con paciencia nuestros deseos y si no nos aceptan, acer­quémonosa otros foros para seguir proponiendo. La meta es ese otro mundo posible queanhelamos, el resto ya vendrá, si nuestro esfuerzo es permanente y mantenemosla ilu­sión. Todo lo demás irá llegando por añadidura. Nuestra verdaderariqueza está aquí y ya nadie nos la podrá arrebatar” (Lc 12-22-34).
Estamos creando una nuevasociedad, ¿no lo notáis? Nuestro ardor interior y social está comenzando a prendercomo una mecha. Nos harán mil acusaciones, pero hagamos caso únicamente de lasque nos ayuden a crecer como personas y como movimiento. Nuestras actitudescrearán división, enfrentamiento, confusión, animadversión. Igual que les pasóa los grandes profetas, como Gandhi, Martin Luther King, Óscar Romero o NelsonMandela. Ya estamos notando divisiones en el gobierno, en la oposición, e in­clusoentre nuestras propias familias. Es una señal de que nuestra visión de unanueva sociedad no deja indiferente a nadie (Lc 12,49-53).
Yo creo que nuestra labor hoyes ser como la levadura, que echando muy poco hace crecer la masa de una barrade pan. O como la sal, que se diluye en las comidas y les da sabor. Somospocos, nuestra fuerza es limitada pero, unidos en red, nuestra debilidad seconvertirá en fortaleza por la imaginación y la solidez de nuestro ejemplo.Hemos sido hasta ahora los últimos de la sociedad, no hemos contado para nada,pero ya nada será igual a partir de ahora. Los últimos somos ahora quienessalimos en la primera plana de los periódicos. Pero nuestro movimiento tieneque ceder su puesto a los últimos de ver­dad: a los parados, los inmigrantes,las mujeres violentadas, los jóvenes sin futuro. Los últimos de verdad debenllegar a ser los primeros en atención y cuidado por parte de todos, en especialpor el gobierno y los servicios públicos (Lc 13,18-21.30).
Los periodistas le comentaron:“Está habiendo mucha presión para que desalojéis la plaza, cualquier día puedevenir la policía a dispersaros”. Y Jesús respondió: “Aquí seguiremos hasta queel conjunto de los acampados decida marcharse, no antes. Podéis escribir envuestros artículos, para que se enteren quienes gobiernan, que seguiremos demomento hoy y mañana, luego decidiremos entre todos lo que creamos que es mejorhacer. Hemos decidido ocupar las plazas y las calles para hacer presente larealidad de exclusión y marginación de múltiples colectivos, los últi­mos de lasociedad, los desechos. Algunos están aquí y el resto están en nuestros cora­zones,entre nuestras preocupaciones y propuestas para que dejen de serlo” (Lc 13,31­32;14.21).
Nuestra mayor alegría escontemplar cómo muchas personas que habían perdido la esperanza en un mundomejor, han recobrado la ilusión, la fe, el ánimo. Nosotros sabemos bien quiénesson los causantes de esta crisis: los bancos, los grandes organismosfinancieros internacionales y la clase política que cumple a rajatabla susmedidas injustas e inhumanas contra los más débiles. Sus opiniones contranosotros no nos causan más que indiferencia. Hasta ahora nos hemos resignado,pero a partir de este momento nuestra indignación nos ha hecho revelarnospacíficamente. Hemos entrado en una nueva era de conciencia, desde un nuevoparadigma para construir una nueva socie­dad, en la que la democracia, queaceptamos, sea real, participativa, y que sus represen­tantes tengan una claravocación de servicio hacia los ciudadanos (Lc 15,8-10; 16,14­18).
Nos decís que producimosescándalo, mal ejemplo, que desobedecemos las leyes y a los representantes legítimamenteelegidos por el pueblo. Yo os digo que quienes producen un verdadero escándaloson ellos, pues no son valien­tes para renunciar a sus cargos antes de aplicarlas medidas draconianas contra los des­heredados de la sociedad. La Constituciónobliga a dar trabajo, casa, atención sanitaria, educación para favorecer unavida digna. ¿Quién causa pues el escándalo, quién des­obedece las leyes, quiénse apropia impunemente de los bienes que pertenecen al pue­blo, quiénesdisfrutan de unos sueldos de escándalo cuando hay millones de parados, mientrasreducen y eliminan servicios sociales? Contestaros vosotros mismos. Nosotrossolo hemos hecho lo que en conciencia debíamos hacer (Lc 17,1-3.10).
Llegó un joven por primera vezy al ver la alegría que demostraban los jóvenes en la plaza, preguntó: “¿Quédebo hacer para entrar en este movimiento?, me encanta el am­biente”. Jesús lerespondió: hay gente que está en la cocina, otros recogen la basura, otrospreparan acciones para denunciar las situaciones injustas, otros están en elservicio de información y comunicación. Buena parte de nosotros nos quedamos adormir en la plaza”. Y el buen chaval le miró desconsolado, porque tenía cercalos exámenes finales, en su familia no le entenderían y no le dejarían dormiren la plaza, le daba miedo  emprender acciones que le pudieran causarproblemas. Y se dio la vuelta lleno de tristeza, pues no se veía con  fuerzas para comprometerse hasta ese extremo.Jesús dijo a quienes tenía a su lado: “Es un buen chico, pero tiene que superaraún sus incoherencias personales, los miedos ante las opiniones de su familia,aceptar la necesi­dad de un compromiso vital y satisfactorio. Démosle tiempo altiempo, no todo el mun­do está en condiciones de asumir su responsabilidad paratrabajar por ese otro mundo posible por el que estamos aquí” (Lc 18,18-27).
Llegaron unos mensajeros de unpartido político, sin decirlo abiertamente, para son­dearles, y les dijeron: “Nosotrossimpatizamos con algunas de vuestras propuestas, pero en esta época de crisisno es posible seguir manteniendo el estado del bienestar tal como lo hemosvivido hasta ahora, es necesario racionalizar los servicios públicos. ¿Qué me­diosproponéis para mantenerlos y paliar el problema del paro?”. Jesús respondió:“Hay que gravar a las rentas más altas, combatir con firmeza la corrup­ción,perseguir hasta eliminar el fraude fiscal, rebajar drásticamente los sueldos delos políticos y de los altos cargos de la administración, suspender los sueldosvitalicios y otras medidas similares. Invertir más en obras públicas, en lugarde reducirlas. Con solo estas medidas la realidad de nuestro país sería muydiferente, y con lo que se recaudara se podría invertir para mejorar losservicios sociales y crear empleo. Y si no os sentís capacitados para llevarlasa cabo, lo más digno sería dimitir de las tareas de gobierno, para no sercómplices de vuestras medidas injustas contra el pueblo” (Lc 19,1-9).
En una de las asambleas,decidieron emprender acciones audaces que despertaran a la opinión pública, señalandoa los principales causantes de la crisis. Para ello, secreta­mente, a través deTwiter y Facebook, se emplazaron en distintos lugares y a unas horasdeterminadas. Los sitios eran los templos de la democracia representativa y delas finan­zas: el Parlamento, los Ayuntamientos, algunos bancos y la Bolsa.Allí, pacíficamente, demostraron con consignas su indignación, repartieron a lagente con la que se cruzaban algunos panfletos y se paraban a hablar paraexplicarles el porqué de sus acciones. Otros miembros del movimiento realizabanperformances con los que atraían la atención y comunicaban de otra formasus reivindicaciones (Lc 19,45-46).
Portavoces del Parlamento lespreguntaron irritados: “¿Con qué autoridad hacéis esto? Nosotros somos losrepresentamos del pueblo, hemos sido elegidos por él en las elec­ciones. ¿Oscreéis que podéis actuar impunemente? Estáis atentando contra la democra­ciarepresentativa que aceptamos en el año 78 aprobando la Constitución”. Jesús lesrespondió: “Nosotros no estamos ni contra la Constitución ni contra la demo­cracia.Al contrario, queremos que se profundice, que sea más participativa, que seamás justa y que se cumplan los deberes que impone a los representantes delpueblo: ofrecer trabajo, sanidad, educación, vivienda, una vida digna ysatisfactoria para los ciudadanos. Y que los representantes del pueblo seanverdaderos servidores del mismo, no que se sirvan del pueblo para gobernar encontra de él. Pensadlo bien, a partir de ahora os va­mos a controlar más decerca y os diremos a las claras lo que consideremos injusto y en contra de losderechos de la gente” (Lc 20,1-8).
Igualmente les increparon losdirigentes de los grandes bancos y de la Bolsa. Les decí­an que ellos erandepositarios de los ahorros de la gente, que los gestionaban con totaltransparencia y que la banca española era un ejemplo a nivel europeo por susolidez.
Jesús entonces les pidióque le enseñaran un euro. Ellos se quedaron sorprendidos, se lo pidieron alcajero, pues no llevaban ningún dinero suelto, y les dijo: “¿De qué es estainscripción?”. Y ellos respondieron: “Del Banco Central Europeo”. Y Jesús lesrespondió: “Pues dad al Banco Central lo que le corresponda, pero lo que te­néises una deuda con el pueblo, le tenéis que devolver todo lo que le habéisrobado. Os han dado ayudas para salir adelante, después de la crisis que habéiscausado, y encima no ofrecéis ningún préstamo a los particulares, ni a laspequeñas y medianas empresas. Dejáis en la calle a quienes se quedan en el paroy no pueden abonar su hipoteca. No aceptáis que os devuelvan el piso en pagopor lo que les queda de pagar de la misma. Con todos mis respetos, sois unosverdaderos usureros, sin ninguna conciencia. Y algún día el pueblo os pagarácon la misma moneda”. Arrojó el euro al suelo y ellos se dieron la vuelta,rojos de ira. Llamaron a la policía para que los desalojaran, pero después deuna hora larga, ésta aun no había aparecido (Lc 20,20-26).
Jesús dijo en alto a quienes leacompañaban: “No hagáis caso de lo que os diga esta clase dirigente, sea políticao económica. Se visten con las marcas más caras del merca­do, les gustaaparecer en los programas de máxima audiencia y en la primera plana de losperiódicos. Les encanta sentarse en los primeros puestos de las reuniones deaccio­nistas y ser saludados con devoción por sus súbditos, pero son peores quelas alimañas, buscando solo su propio interés, el máximo beneficio al menorcoste. No les importa dejar en la calle a quien no pueda devolver sus préstamosy se creen los salvadores de este país. En algún momento serán juzgados ypagarán por todas sus culpas. Y os asegu­ro que llegará un día en que de estosedificios que veis ahora no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido”(Lc 20,45-47; 21,6).
Mirad todo lo que hemosconseguido en tan poco tiempo. Igual que en la primavera surgen los primeros brotesy en el verano maduran los frutos, así ha sido entre todos los que hemos puestonuestro granito de arena. Hemos tenido la inmensa suerte de contem­plar lacosecha de nuestro esfuerzo conjunto. Estamos contemplando ese otro mundoposible en nuestras plazas y calles, entre nosotros mismos (Lc 21,29-32).
Todo esto ha sido gracias a labuena cabeza que hemos tenido. Ni botellones, ni sucie­dad en la vía pública,con un buen rollo colectivo, bien organizados, con acciones atre­vidas peropacíficas. Sin embargo, debemos estar alertas y mantener este espíritu que hayahora, que además es tan contagioso. No decaigamos, amigos y amigas, estamosaquí por un futuro mejor, tanto para nosotros, como para los más débiles denuestra so­ciedad y las víctimas de este mundo injusto (Lc 22,34-38).
Por fin, viendo que laocupación de las plazas había cumplido ya su función, después de una largadeliberación, decidieron en una votación, casi por unanimidad, dejar la plaza yseguir con otras actividades, otras movilizaciones, extendiendo el trabajo con­cretoa los barrios. Decidieron tener una fiesta y una cena especial de despedida.Habían pasado muchos días, varias semanas. Estaban agotados, se notaba elcansancio, pero también el deseo de continuar y los ánimos en alza. Después decharlar sobre los últimos sucesos, la difí­cil decisión de dejar la acampada,las anécdotas de tantos días juntos, empezaron a pre­parar la cena. Jesúsestuvo trayendo junto a otros amigos y amigas los bocadillos, las tortillasprepara­das, fruta, agua y café. En un momento de la cena, pidió la palabra yles dijo: “Esta cena tiene un triste sabor a despedida. Pero no quiero queterminemos así. Hemos tenido durante todo este tiempo un montón de asambleas,nos hemos ido conociendo, aceptando, respetando y, por qué no decirlo,queriendo también. Vosotros y vosotras ya formáis una parte vital, importantísimade mi vida. Y creo que yo formo parte también de la vuestra. Nuestra entregavoluntaria por otro mundo mejor, más justo, ha dado sus frutos. Pequeños,incipientes, pero semillas de un futuro más humano, en paz y fraterni­dad. Nosalejaremos, cada uno volverá a su casa, pero seguiremos unidos, trabajando encada barrio y nos veremos en las movilizaciones conjuntas. Seguiremos charlandopor Face­book. Ha sido una inmensa gozada trabajar con vosotros. Ya no os llamoni siquiera colegas, amigos, sino que habéis pasado a ser como de mi propiafamilia. Me habéis enseñado un montón de cosas. Os puedo asegurar que ahora soydiferente a cómo era cuando dormí la primera noche aquí. He aprendido que nohay nadie más importante que otro, que nadie es imprescindible, pero que todossomos necesarios. He comprendi­do que servir a los demás reporta más felicidadque esperar a que te sirvan a ti. Gracias a todos, a todas. Nos seguiremosviendo. Ahora a seguir trabajando cada uno en su par­cela”. Hubo otrasintervenciones, igual de sentidas, en las que siguieron aflorando los senti­mientos,la tristeza, el gozo, la esperanza, la incertidumbre, la ternura. Y también sederramaron lágrimas de alegría (Lc 22,14-30).
Y cuando todos y todasterminaron de comunicarse, Jesús tomó su guitarra y cantaron y bailaron durantetoda la noche. Una noche en la que incluso en el cielo de Madrid se pudieronvislumbrar algunas estrellas. Así estuvieron hasta que los primeros rayos delSol les sorprendieron aún despiertos, más despiertos que nunca, disfrutando deese nue­vo amanecer que, como una hermosa metáfora, se abría desafiante ante elfuturo.
Muchas más cosas podríacontaros de lo que sucedió en estos días tan hermosos y vi­brantes, pero ya hayotros libros que recogen los hechos con más objetividad. Leedlos, ahí se recogeparte de nuestra reciente y prometedora historia.
FINDEL EVANGELIO DE LUCAS

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