miércoles, 27 de abril de 2016

Buenas noches

Intentaba analizar yo eso que llama Mariano ‘capitalismo de amiguetes’ a raíz de sus párrafos aquí publicados ha poco y del presente goteo diario de ejemplos de ‘amiguetes’ con dudosos capitales y toda una gama de punibles desvíos dinerarios.
Nuestra sociedad tiene la historia que tiene, con su lado muy luminoso pero también con su cara bastante oscura. O negra incluso y mejor dicho. Tengo la percepción de que el hecho de defraudar, timar y sablear, forma parte de nuestras cadenas genéticas. Evadir o escamotear impuestos dentro o a través de ocultaciones fuera de la frontera, sacar del país sumas importantes o simples ‘capitalitos’ es moda aplaudida desde tiempos inmemoriales.
Pienso que existen un número no fácil pero sí posible de determinar, de clanes, urdimbres relacionales o enjambres familiares a lo largo y ancho del país que crían a sus vástagos ya desde la cuna con parámetros de grandeza —antes llamada hidalguía—, de preconcebidos y soñados derechos individuales por ser vos hijo/a de quien sois. Se traspasan buenos puestos, intercambian influencias y prebendas, se hacen y devuelven favores, tratan de medrar en cierto partido político y adornándose de un esbozado desdén en la comisura de los labios acuchillan si están de humor ese día al advenedizo inadvertido.

Ellos no ceden. Juegan a ser demócratas,  colaboran con esa ONG, besan con emoción la enseña nacional para ser vistos y se fotografían en la mesa petitoria. Sus manos enguantadas están hechas al poder político, judicial, financiero, comunicacional y social. Sin olvidar el militar, donde se cuentan con los dedos de la mano los apellidos ajenos a los abolengos castrenses. Por último, pero no menos importante, el poder eclesiástico —inmenso aún hoy— lleva siglos sesteando bajo los muros almenados de sus mansiones y come de su mano a cambio de borrar diariamente la palabra justicia de todo diccionario episcopal.
Lo de las urnas es una batalla desigual si no perdida de antemano en el sentido de que cuando otros diferentes que no están en las listas de sus linajes ocupan los puestos decisorios, no tardan estos en imitar las costumbres, usos y arrogantes prerrogativas de los ancestros que les precedieron en esos mismos despachos.
Quizá fuera la república el mejor y gran conato de abolición de estos malos genes nacionales porque se concentraron en la educación. Puede que alguna de las primeras décadas de este periodo democrático se haya salvado también de la quema, pero en este nuevo siglo mis esperanzas las deposito en las generaciones más jóvenes. Las que oficialmente llenan el llamado —que no reconocido— liderazgo actual las doy por perdidas sin remedio. O es que no vemos las tertulias —que no debates— en los medios audiovisuales. O es que no vemos la prensa diaria en papel, retrógrada, carca, corta de miras para todo lo que no sean (sus) intereses económicos inconfesables. O es que no nos fijamos en la estulticia de los anuncios televisivos. O es que no presenciamos un día sí y otro también la bajeza moral, el cinismo desenfadado, la chulería culpable de tanto imputado jactancioso. ¿Habrá diez justos entre nuestros políticos? lo dudo pues no suelen decir la verdad, especializados como están en la mentira y/o en la idiotez. Ciegos que dicen ser aptos para guiar a otros (¿ciegos?).
Son las 0:52 del jueves 28 de abril cuando esto escribo a modo de cuaderno de bitácora. Voy a descansar: mañana proseguiré mi navegación de cabotaje. Rumbo norte.
Buenas noches.

3 comentarios:

  1. Buena bitácora y estoy de acuerdo.
    La República fue, en mi opinión, el mayor intento de nuestra historia reciente de modificar la situación. Por eso, el mismo día que se izaba la bandera tricolor en la Puerta del Sol de Madrid, empezó la conjura de "la cara más negra de la sociedad española" para acabar con ella lo ante posible. Y lo consiguió. Siempre lo ha conseguido. Los españoles sabemos muy bien que:
    "Lo de las urnas es una batalla desigual si no perdida de antemano en el sentido de que cuando otros diferentes que no están en las listas de sus linajes ocupan los puestos decisorios, no tardan estos en imitar las costumbres, usos y arrogantes prerrogativas de los ancestros que les precedieron en esos mismos despachos".
    Es una lección aprendida a lo largo de los años. Salirse de esa realidad siempre supone un coste personal muy elevado, porque ya se sabe: "al enemigo ni agua"
    Quienes intentaron esa aventura y no murieron en su intento, siempre se han sentido unos privilegiados y agradecidos a su buena suerte.
    Que tengas una buena navegación en tu rumbo al norte!!

    ResponderEliminar
  2. Buenos días, señor,

    dudo que pudieras dormir después de haber dado fe por escrito de esto que escribes tan claramente y que pensamos unas cuantas personas más en este país-estado.

    Lo más curioso es que, aun pensandolo muchas personas y escribiendolo otro gran número, todavía estemos donde estamos.

    Comento algo con vosotros que ya he comentado con otras personas:
    cuando los camiones de la basura recogen los detritus por todas las calles, a la vez fumigan con unos humitos que se meten por todas las casas y narcotizan a las personas .

    Me gustaría que no fuese una broma; de esa forma tendría una explicación.

    Un abrazo,
    CHEMA GUTIÉRREZ, Guadalajara

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias por su comentario benévolo, Chema. Y sí, pude dormir, porque hago antes de irme a la cama ciertas inhalaciones: una sabia mezcla de albahaca, hierbabuena, hojas de eucalipto asturiano (otros no sirven) y esencia de regaliz. Lo vi en internet (dónde si no?) contra los 'humus detriticus' que esparcen, aspergen, fumigan esos ciertos camiones que se llevan nuestras basuras.

      Lo malo es que no todas, solo la reciclables. Cachis, no se llevarán también esas otras en que estamos todos pensando, ¿no?

      Eliminar

Gracias por opinar.