martes, 26 de abril de 2016

NADA INOCENTES

Es fundamental que en un caso como el de Juan Luis Cebrián se saque todo lo que haya de verdad en el asunto. Da risa pensar que lo mismo que la Infanta y las “mujeres de” gente como Juan Luis Cebrián, ministros y altos responsables políticos, “no se enteraban de nada” de lo que hacían sus mujeres. En todo caso que lo demuestren si pueden hacerlo.
Muchos que fueron sin duda alguna autores importantes de la transición, están mostrando, ahora, la cara más sucia de ese bajo-mundo que no supieron, o no quisieron cambiar cuando pudieron hacerlo. Esa herencia del franquismo enquistada en la sociedad española del compadreo y el capitalismo de amiguetes, se continuó con el “pelotazo” y se ha seguido con la disminución de los controles y politización de toda la Administración Pública abriendo en canal los caminos de la corrupción y la supervaloración del lujo y el triunfo del dinero. La corrupción no se quiso cortar por lo sano desde el caso Juan Guerra y los cafetitos en su despacho de la Delegación del gobierno de Sevilla. El precio de la falta de moral, que no de palabrería ética, (de la que se llenaron la boca), lo estamos pagando ahora.

Mariano Solís Camba
Profesor de Filosofía

2 comentarios:

  1. Las imágenes que buscan el final de la inocencia, son muy buenas, y delimitan una arista de la cuestión. Para mi, lo más importante, es que lo que hoy recogemos es la cosecha de esta temporada; hubo anteriores cosechas, y vendrán nuevas. Porque los que hoy aparecen como "patriotas" que expatrian sus dineros para no pagar impuestos, o para ocultar su origen, son, muchos de ellos, herederos de otros "patriotas", y sus hijos (no necesariamente biológicos) continuarán la historia.

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  2. Estoy de acuerdo, Profesor.
    Quienes vivimos muy de cerca aquel tiempo, sabemos muy bien cómo se hicieron las cosas y también sabemos que pudieron hacerse de otra forma.
    Cuando llegaron al poder, para bien o para mal, hacía años que ya habían perdido la inocencia. Pensaron que tanto daba el gato blanco como el negro, que España era el país donde más rápidamente uno podía hacerse rico y la mayor parte de aquella tropa lo consiguió. Ellos tienen dinero, sus hijos posiblemente también, pero al país lo han encerrado en el Callejón del Gato y ahí andamos, sin atrevernos todavía a romper los espejos que deforman las imágenes y la vida...

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