PENSAMIENTOS AL ATARDECER
4.- DIOS
¿Qué quiero expresar sobre Dios en estos tiempos? ¿Por qué reflexiono
sobre este tema tan importante para unos y tan poco actual para otros? Seguramente es un atrevimiento escribir unas líneas sobre un asunto sobre el que se han escrito miles de tratados. Sin embargo, siempre hay algo original: Lo que yo
–o cualquier persona- piense en estos momentos sobre Dios.
De las tres posturas tradicionales ante Dios, creyente, ateo
o agnóstico, creo que, en la que me
encuentro honestamente más tranquilo en estos momentos, es en la actitud del agnóstico.
En una postura atea me
quedarían muchas preguntas sin respuesta: ¿La vida y su origen? ¿El amor humano
y sus exigencias de transcendencia? ¿El amor de que habla Unamuno como prueba
de la existencia de Dios? ¿La inquietud de muchas personas y deseo de
respuestas? La certeza - no certeza- impregna
esta opción y la del
creyente. Respeto profundamente la opción del ateo, por la autonomía humana y la
inmanencia que conlleva.
La fe para el creyente es un don que se le concede. Tal vez
los místicos han tenido un “inside” de la existencia de Dios. Y muchos
creyentes puedan asegurar que no tienen dudas sobre la existencia de Dios. Yo me
encuentro más próximo al creyente que duda, al creyente que tiene una fe cuestionada y cuestionadora. Creo
que esta fe dubitante es más rocosa que la fe del que no tiene dudas. En estos
momentos, tengo la misma sensación de una decisión insostenible ante la opción del
creyente como ante la opción del ateo.
Al agnóstico se le puede acusar de descomprometido, de
dubitoso, de quedarse a mitad de camino,
sin decidir, sin la valentía de optar por una vía. Ahora bien, los humanos somos espacio-temporales y
“espirituales”. Entendemos todo con
nuestros sentidos, con nuestro cuerpo y hasta las cosas más inmateriales como
el amor, las ideas, los valores… se manifiestan a través de la palabra, las
emociones, los sentimientos, los gestos
que necesitan de nuestro cuerpo espacio-temporal para manifestarse. ¿Yo, que lo entiendo todo espacio-temporalmente, cómo voy a entender –creer- en Dios que no es
espacio-temporal? Si Dios existiera, estaría en otro plano distinto de los
humanos; por eso hablar de un Dios personal me resulta sorprendente. Dios
estaría en otra dimensión, a la que no podemos llegar con nuestra espacio-temporalidad. Por tanto, no podría
afirmar ni negar su existencia.
Es evidente que cada opción tiene su fuerza y su debilidad.
La fuerza del agnóstico está en “no sé”, en la inseguridad
de sus creencias, en la duda que le mantiene atento. La debilidad está en no
tener ninguna certeza.
La vida del creyente
es más segura, más reconfortante, porque
“hay otra vida”. No pierden el futuro, porque existe otra vida y
entonces el futuro es estupendo; si Dios no existiera, estarían ante la nada como los otros. La debilidad es haber vivido “engañados”, en un mundo que no era real.
La vida del ateo es vivir sabiendo que no existe el
futuro; y vivir la vida intensamente con
esa convicción. Es, tal vez, la postura más contundente, con menos asideros
para vivir. El punto débil es que su
vida es más dura, teóricamente más
desesperante, es un intervalo entre dos nadas. ¿Pasión inútil?
En mi opinión, lo importantes para todos es vivir con
autonomía las propias convicciones, sin miedos estériles, ni con ilusiones
falsas.
Me ha interesado tu reflexión y me siento muy próximo a tus inquietudes. Por mi parte, no me considero creyente religioso; sí agnóstico, porque la ciencia impone un límite prudencial a la imaginación desbordada de la fé; y también me siento ateo, porque los excesos de las religiones deben ser contenidos y reprimidos con leyes civiles laicistas.
ResponderEliminarGracias, José Mª, por tu comentario sincero. Cuando puedo expresar con verdad mis sentimientos más comprometidos, me siento a gusto conmigo mimo. Un abrazo
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