domingo, 26 de octubre de 2014

San Roque bendito en la Iglesia de San Pedro de Ávila

En la visita que realicé este fin de semana a Ávila tuve la inmensa satisfacción de encontrarme con el bendito San Roque con su perro, quasi patrón de JUBJUB y motivo de profundas reflexiones estivales, por lo que me ha parecido dejar fiel testimonio del acontecimiento.


9 comentarios:

  1. Hiciste bien, Paco Luna. Él ya nos está valiendo y amparando como notamos a diario.

    ResponderEliminar
  2. ¿Sabéis alguno por qué S. Roque tiene una herida por encima de la rodilla? Porque no es el menisco de tanto andar; se trata de algo más profundo. Quien lo sepa, que lo comparta.

    ResponderEliminar
  3. Esperando satisfacer la curiosidad de Ernesto.

    San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.

    Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio.

    Con todos practicaba la más exquisita caridad. Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo".

    Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.

    Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.

    Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas.

    Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad.

    Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos.
    Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.

    ResponderEliminar
  4. La información anterior es copiado de un texto de Berta Acosta.
    http://www.uniteddogs.com/es/forum/154/78169/homenaje-a-san-roque-patrono-de-los-perritos-enfermos


    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estas informaciones no tienen precio, Mariano, pues intuíamos pero no sabíamos que nuestro San Roque fuera lo que expones que fue. Qué gran acierto, ponernos a sus pies.

      Eliminar
  5. Gracias, Mariano. Ya no tengo dudas de heridas, pan en boca del perro, piernas al aire, etc. etc. Nos has hecho unos expertos en S. Roque. Es muy de agradecer estas informaciones. Manolo, ¿has visto que "podemos" con todas las dudas que se nos presentan?

    ResponderEliminar
  6. Cuando leía la aportación de Mariano estaba perplejo (de perplejidad): lo que saben algunos. Yo creía que el perro curaba las heridas con su saliva. De todos es sabido las propiedades salutíferas de la misma. Recuerdo que de niño, cuando me picaba una avispa, me ponía un poco de tierra con saliva formando un apósito que, aunque no curaba, aliviaba al menos. Pero lo del perro de San Roque es total. Ahora sí que hemos llegado al fondo de la cuestión. Lo que sigo sin saber, no creo que "podamos" saberlo sin gran esfuerzo, es por qué Ramón R. se lo robó. Aunque hoy día ya nadie se extraña de que haya tanto chorizo suelto.

    ResponderEliminar
  7. La matutina reflexión de Manolo sobre el robo de Ramón Ramírez del rabo del perro de San Roque no sólo me ha dejado perplejo sino también asombrado (de asombro no de estar en la sombra, sino de quedar confundido y eso). Por qué, pregunto, robó el rabo y no la oreja o una pata (por un decir), por qué, por qué. Qué tenía de particular el rabo. La malicia de Ramón Ramírez es sutil y perversa. Podría parecer anodina la cuestión si no hubiese un análisis previo de cómo era el rabo del perro. Pero es esta una invitación que dejo para una más sesuda investigación. No, no se puede cerrar la cuestión tan fácilmente. Aparte del rabo hay mucha tela que cortar.

    ResponderEliminar

Gracias por opinar.