cuando el relato
ha muerto,
los hombres se
paralizan,
se paralizan los
pueblos.
Sólo nos queda
entonces
con precision,
con esmero,
buscar las
palabras nuevas
lejos de
todos los cuentos.
Hoy, te quiero a
ti decir,
a ti que buscas
inquieto:
¡¡Salud,
hermano, salud!!
¡¡Mucha suerte,
compañero!!
Cuando cambie la mesa de mi salón, voy a a comprarme una como esa del Gijón.
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