El miércoles pasado, 24 de junio, comimos juntos, en casa de Paco en las Praderas (chalet famoso por la sardinada del año pasado), él, Manolo, Ernesto, Amador y Eduardo. Día espléndido, a pesar de los pronósticos de chubascos.
La conversación, siempre de alto nivel, fue deslizándose, en primer lugar, por diversas consideraciones meándricas en torno a las causas del aparente incremento de volumen asinorum mulierum. Aclaro que la introducción de latín en esta reseña viene obligada, porque en las clases de moral conyugal, que en la S.I. se estudiaba en teología, eran en latín necesariamente. En ningún momento, con todo, nos acercamos a la moral; fue una conversación, con puntos de debate reposado, sobre el porqué de un hecho constado en la realidad, y sin base científica. En todo momento fuimos, sino adoradores, por lo menos muy respetuosos, y hasta, en ocasiones, pudorosos, como corresponde a cinco personas provectas. No creo equivocarme si digo que estos resbalones filosóficos duraron , al menos, un par de horas; más o menos lo que duró el aperitivo. El cambio de escenario, tras retirar los platos vacíos del aperitivo, y aparecer en escena el primer plato, la conversación derivó hacia las diversas cocinas, las habilidades culinarias, y demás caras del prisma que constituye todo el proceso de la comida; desde la ideación del menú, pasando por la compra de las viandas, su condimentación, y elaboración. Fueron muy alabado y loados: el jamón, los langostinos y las chuletas de conejo.
Tras el postre (fruta y tarta helada), casi sin movernos de nuestros asientos, la conversación de sobremesa voló desde los antedichos culos y los asuntos domésticos, hacia, sin alcanzar nunca el horizonte, los diversos y posibles discursos de los políticos más renombrados de la España monárquica. Adjetivo así a nuestra España, porque en ningún momento, se despejó al corner de la república posible y, para muchos, esperada. Me resulta casi imposible reproducir esas más de tres horas de conversación entre los alrededores de la política. Entre otras razones, porque algunos de los conversadores emigraron al interior de chalet a despachar un buen rato de siesta.
Acta est fabula, plaudite
(Dicen que César Augusto, en su lecho de muerte, dijo estas palabras, que eran usadas en las representaciones para advertir al público que la función había concluido).
Gracias, Eduardo, por tu resumen recordatorio. ¡Qué bien has sorteado el núcleo central del primer tema, utilizando el latín! Estamos esperando también el resumen gráfico de nuestro Director de imagen. Fue un día grato, alimentos estupendos, conversación sugerente (aunque no convencí a nadie a pesar de mi "palabra apasionada") y, sobre todo, mucho cariño. Gracias, compañeros, hermanos quintos.
ResponderEliminar"....De la República posible y, para muchos, esperada..."
ResponderEliminarMe gusta.
No sé Felipe VI, pero Juan Carlos I consideraba en declaraciones públicas (no en twitter) al General Franco, también conocido como Generalísimo, un ejemplo a seguir y un español admirable...
En fin...que mientras la mayoría de los españoles estén de acuerdo con esta Monarquía, todo el respeto a la mayoría...Pero si un día la mayoría no está de acuerdo....¡¡Qué alegría y viva la República!!