ese mismo rostro que buscaba
no lo encontré:
"... quizá tu amor habite ahora en medio de aquellas gentes,
de aquellas arenas y selvas",
me había dicho a mí mismo.
Pero la exacta mirada de aquellos ojos;
la sonrisa misma que confuso aún yo buscaba
allí no estaba.
Encontré miríadas de otros ojos.
Sonrisas tan humanas, [¿dudáis aún? no pienso]
tan dulces como la añorada aquella,
la suya, su mirada ! [Todavía hoy escondidos
entre oscuras estrellas lejanas
sus fulgores cercanos]
Miles de tiernas,
dulces miradas salieron a recibirme
y ya NUNCA MÁS de mí se separaron:
conmigo viajaron
pegadas al vibrante
gélido acero de alas grises
pegadas al vibrante
gélido acero de alas grises
que me devolvían ya
[ay, qué veloces]
a estos páramos del Norte:[ay, qué veloces]
y ... desde aquel añorado entonces,
¡ NUNCA MÁS mi norte !
3:26,13
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