Ayer escribí en este blog acerca de la política del espectáculo
por el problema de los líderes que nos hemos echado a cuestas y que están
llevando a la Humanidad, (digo bien, Humanidad) por los caminos que estamos
padeciendo. Completo un tanto la mera explosión emotiva-dialéctica-retórica de
entonces por un discurso un poco más …
Idea de Walter Benjamín, interpretada por José Luis Pardo en
“Estudios del malestar:
Hablar de “estetización
de la política” debe significar, antes que una referencia inmediata a los “medios
de comunicación de masas”, una peraltación del ingrediente afectivo o
sentimental de la política. Una peraltación que se lleva a cabo, pues, en
detrimento de su ingrediente intelectual o discursivo. Ahora bien, suponemos
con razón que los expertos en este
componente afectivo son los poetas y los artistas en general, que desde muy
antiguo codificaron las técnicas de persuasión emocional en la retórica. Y los retóricos de todos los
tiempos han defendido siempre la necesidad de esta técnica señalando que la
persuasión afectiva debe acompañar a
la convicción racional para que esta última sea efectiva o, dicho de otro modo,
que la mera convicción racional es incapaz de mover a los hombres a la acción si no va acompañada de persuasión
emocional. Que no basta con que un orador político tenga razón si no consigue emocionar a su público, es decir, moverle a actuar. Así, lo que parece sugerir el término “estetización”
es que, en lugar de limitarse ese “acompañamiento” retórico (la capacidad para inflamar
las pasiones de la audiencia), la persuasión emocional sustituye a la convicción racional y, por tanto, produce una
conducta cuyas motivaciones son irracionales. Y de estas cosas en el siglo XX,
ya no se ocupaba la retórica sino la psicología, que en épocas de guerra estaba
centrada en “asesorar” a los contendientes en materia de propaganda y de “guerra
psicológica”, y en épocas de paz al servicio de la publicidad comercial y del
tratamiento terapéutico del malestar en la cultura.
Lectura interesante del libro: Estudios del malestar. Políticas
de la autenticidad en las sociedades contemporáneas. José Luis Pardo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMariano tiene magia (!), 'estatización' se ha corregido sola, ya aparece bien si es que alguna vez estuvo mal. Yo creo haberla leído en su mala versión pero la vida es sueño. O no, porque en mi buzón de correo tengo un email suyo enviado por Blogger en que corrige la trasposición de esa vocal. En fin no quisiera yo 'peraltizar' (que no existe en el RAE) este Comentario, así que a lo que iba: los intelectuales tenéis la virtud de amueblar y enriquecer lo que es vox populi, que lo racional si acompañado de lo emocional, pues miel sobre hojuelas.
EliminarNo se ha corregido sola. La he corregido yo; primero como un comentario; pero luego me di cuenta de que podía corregirlo reeditando. Torpe que es uno.
ResponderEliminarPor lo mismo aprovecho para recordar que el malestar al que me refiero en el comentario que dio lugar a esta entrada, por si alguien no cae en la cuenta, hace referencia a eso que Freud puso de manifiesto como: EL MALESTAR EN LA CUILTURA.
(Lo supe desde el primer momento, Mariano, pero era por hacer un poco el tonto, en lo cual me procuro especializar. Y sí, caí enseguida en loa cuenta del 'malestar de la cultura', que os leo con lupa!!), jajaja ...
Eliminar¿Y qué decir del choque de trenes que dice Carolina Bescansa bajándose de los dos?
ResponderEliminarSinceramente, con pena me recuerda la división bolcheviques y mencheviques.
¿Es que las mayorías han de tener la razón por serlo? ¿o históricamente los mecheviques tenían mas sentido de una revolución diferente?
¡Pero la división definitiva la causó LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL!
¿Qué pensamos hoy día que "hubiera sido mejor"?