el texto encontrado bajo la taza de café, en la última ventana
que mira al Paseo de Recoletos.
Según me dice, el escritor solitario y desconocido, ha vuelto
a sentarse en la misma mesa después de algunos meses, como
si celebrase la llegada de la primavera.
Me limito, como siempre, a recibir y copiar su texto.
Ya echaba de menos al camarero amigo del Gijón. He pasado algunas veces, adrede, por esa ventana, y siempre la he visto vacía. Su vuelta, la del escritor, y sus cuatro versos me permiten respirar ilusión y nostalgia.
ResponderEliminarPues somos ya dos. Más quienes lo piensan aunque no lo escriban aquí.
ResponderEliminarEs un gran don tener una ventana, sobre todo en ese preciso Café y en él un camarero amigo que, de forma misteriosa, señala camino.
Estoy seguro que el escritor desconocido se alegrará al leer vuestro comentario.
ResponderEliminarGracias en su nombre