lunes, 20 de marzo de 2017

La UE de los europeos

Tres textos de El País de hoy inciden, y profundizan, en las opiniones de nuestro blog. Una es una carta al director, breve y directa.

El segundo es un texto de Navalón que precisa y aclara cómo puede ser eso de que los demócratas europeos pongamos en pie la UE.

El tercero se centra en las opciones de Merkel, que como sabemos acabamos libando todos.

2 comentarios:

  1. Comparto la carta de Gaspar García Fernández.
    La Unión Europea tiene todos los medios para dotarse de las Instituciones democráticas necesarias y aplicar políticas de seguridad y de bienestar para sus ciudadanos, sin olvidar ninguno de sus valores.
    Esa es su grandeza.
    Pero los ciudadanos europeos, por razones diferentes, seguimos dudando
    o negando las posibilidades de nuestra Unión.

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  2. Pienso que estarían muy lejos de ser ni exigua mayoría los europeos que firmarían hoy por verse ya fuera de esa odiosa UE de una vez por todas. Esa Unión que se vilipendia sin más coste que el de la copita en la mano de quien así se desahoga.

    Gran Bretaña 'está diciendo' que se va, pero ¿está o ha estado dentro de verdad, durante tiempo, sin chalaneo? Porque Escocia e Irlanda del Norte parece que sí: ¡vaya papeleta, qué papelón el suyo, Mrs. May!, el que tiene usted sobre la mesa de 10 Downing St. Tiene ud con Londres y sus Highlands  el mismo problema que Trump con Nueva York, Chicago y California. El mismo que Rajoy con su anunciado veto a Escocia para no dar pávulo a la Catalonia. Vamos, con lo más florido y granado de sus respectivos países.

    Por ello y aún estando en cierta consonancia con el "déjà vu" de A Navalón en El País, disiento en lo de apuntar el tiro contra los burócratas. Para nada. O mejor, para muy poco, porque somos los ciudadanos de a pie, capitaneados por nuestros políticos de a caballo, elegidos a golpe de urna -golpe a golpe, que no verso a verso- los que, por ignorancia, desidia y falta de exigencia de responsabilidades nos hemos colocado donde estamos.

    Los populismos. Ahora la culpa se la echamos a esos populismos que nos destrozan. Y a Trump, que nos mira con su ojo a la virulé. Y a Putin, que malmete con dineros y hackers. Y hasta a Erdogán -salió respondona la criada- que se permite el lujo de recibir a Merkel con dos banderas turcas y ninguna alemana: tres mil millones de euros se le transfirieron por la hoja de parra con que tapó nuestra desnudez frente a los 'refugees wellcome'.

    No. No me parece y lo digo así. Los guapitos de cara y bien trajeaos cosmopolitas hemos venido desatendiendo al mundo de las provincias y los pueblos, a la juventud entera, a los campesinos, a los menos cultos y alejados de los Ateneos.

    Los hemos -¡por si lo anterior  fuera causa necesaria pero no suficiente!- austerizado sin rechistar.

    'Goldmansachado', ¿a que sí, Signor Draghi?, pues en el guiso de cocina no entraban los bonos europeos, pero sí salvar a los bancos euroalemanes aun al precio de hundir las dañadas y torpes naos del Peloponeso.

    Revisemos de urgencia y tapadillo el art° 135 de la Const. española para salvar el sistema. Los que no estén de acuerdo serán tachados de radicales. Y de antisistema, que da más miedo que perroflauta, y mucho más que intransigentes o cerrados al diálogo.

    Salvemos, pues, desde luego, al sistema, a la Unión Europea. Pero a qué sistema, a qué UE, ¿a la de los ciudadanos o a la de los financieros?, ¿a la de los precarios o a la de los consejos de administración con puertas giratorias incluidas? Todos cabemos en el mismo barco pero no así. No así. Porque así el riesgo de naufragio se multiplica.

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